San Marino es actualmente la peor selección del mundo. Ocupa el último puesto del ranking FIFA (210), con un historial de apenas tres victorias en 219 partidos oficiales, todos contra el mismo rival: Liechtenstein.
Pese a ello, contra toda lógica, podría tener una posibilidad de alcanzar el Mundial de 2026. El nuevo formato de clasificación de la UEFA concede 16 plazas a Europa para la próxima Copa del Mundo. Doce de ellas son para los campeones de grupo en la fase previa, mientras que los cuatro restantes se decidirán mediante un play-off entre 16 selecciones: los doce segundos clasificados y los cuatro mejores campeones de grupo de la Nations League que no hayan terminado entre los dos primeros de sus respectivos grupos.
Y aquí, insólitamente, entra San Marino. En la edición 2024-25 de la Nations League, la selección del microestado vivió su mayor gesta deportiva: dos victorias frente a Liechtenstein y un empate ante Gibraltar le valieron el primer puesto de su grupo en la Liga D, la cuarta y última división continental. Ese éxito inesperado les colocó, por primera vez en su historia, en la lista de posibles beneficiarios de la repesca mundialista.
UNA POSIBILIDAD INSÓLITA El sueño sanmarinense no depende solo de ellos. Su alojamiento a la repesca está condicionado a que varias selecciones situadas por delante en la jerarquía (Rumanía, República Checa, Suecia o Irlanda del Norte) consigan terminar entre los dos primeros de sus grupos clasificatorios.
Y es precisamente la selección rumana la que marca el destino de San Marino. Ambos grupo comparten y se enfrentan en la última jornada, el próximo 18 de noviembre. Rumanía, actualmente tercera, necesita golear para superar a Bosnia y Herzegovina en la diferencia de goles y asegurarse la segunda plaza que da acceso al play-off.
Paradójicamente, el mejor resultado posible para San Marino sería una derrota y cuanto más abultada, mejor. Si Rumanía logra clasificarse, dejaría libre una plaza que permitiría al pequeño estado acceder a la repesca. En cambio, si los rumanos se quedaran fuera, ocuparían precisamente el espacio que los sanmarinenses necesitan.
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