Hay un camino de piedra que conecta los Andes argentinos con Machu Picchu. El gran Qhapaq Ñan, la red vial inca declarada Patrimonio de la Humanidad en 2014. Ésta atraviesa siete provincias argentinas (Jujuy, Salta, Tucumán, Catamarca, La Rioja, San Juan,asd termina en la Puerta del Sol de la ciudadela incaica más famosa del continente.
En Argentina se pueden ver fragmentos significativos de esa red, mientras que en los Andes peruanos se mantiene como un itinerario completo. Quien quiera llegar a Machu Picchu a pie tiene que hacerlo por aquí.
El reto del Camino Inca Machu Picchu recibió 1,4 millones de visitantes en 2024. Pero el Camino Inca Clásico de 4 días es otra historia: solo 500 permisos diarios que incluyen turistas, guías, porteadores y cocineros. Quedan aproximadamente 200 lugares para viajeros y se agotan rápido, especialmente en temporada alta.
Hay que reservar con 6 a 8 meses de anticipación. No es el trek más accesible desde Argentina (entre USD 1.500 y USD 2.500 para una semana completa), pero sí el único que te deja ver la ciudadela al amanecer desde arriba, después de cuatro días caminando sobre ruinas que no aparecen en ningún tour convencional.
El mismo sendero que cruza nuestras provincias En Argentina, el Qhapaq Ñan oficialmente comprende unos 119 kilómetros distribuidos en 13 segmentos a lo largo de siete provincias: Jujuy, Salta, Tucumán, Catamarca, La Rioja, San Juan y Mendoza.
En Jujuy aún se observan escalones y muros de piedra antigua, posiblemente de varios siglos. En Salta, sitios arqueológicos como Santa Rosa de Tastil y Potrero de Payogasta están ligados al sistema vial andino tradicional. En La Rioja, algunas zonas del cordón del Famatina muestran trazas con valor ceremonial.
Caminar el Camino Inca en Perú equivale a pisar la continuación viva de ese entramado. Los incas no veían fronteras, pensaban en rutas que unieran desiertos, montañas, selvas, ríos y valles. Se estima que los tambos (puestos de descanso y aprovisionamiento incaicos) se ubicaban aproximadamente cada 20 a 30 kilómetros a lo largo del camino. Algunos restos de estos tambos aún pueden visitarse en algunos senderos peruanos.
Cómo funcionan los permisos (y por qué hay que moverse con tiempo) El Ministerio de Cultura peruano limita el ingreso a 500 permisos diarios. Eso incluye a todos: turistas, guías, porteadores, cocineros. Al final quedan solo 200 lugares para viajeros cada día. Los permisos se agotan entre 5 y 7 meses antes. Por poner un ejemplo, si quieres ir en julio, debes reservar en noviembre o diciembre. Febrero cierra cada año por las lluvias y por mantenimiento.
No puedes hacerlo solo. Debes de ir con una agencia autorizada por el gobierno peruano. La agencia gestiona el permiso con tu nombre, apellido, número de pasaporte y fecha exacta. No hay vuelta, o va con agencia o no va. Pero tiene sentido. La agencia se encarga de todo: guías, porteadores que cargan hasta 7 kilos de tu equipo pesado, carpas, colchonetas, todas las comidas, entrada a Machu Picchu, tren de regreso. Solo debes contar con tu mochila con lo del día, agua, abrigo, cámara, documentos.
Los porteadores son trabajadores locales de comunidades quechuas cercanas al camino. Se encargan del equipo pesado, montan y desmontan las carpas, cocinan. Es un trabajo duro y bien pago para estándares locales. Cada porteador gana entre USD 150 y USD 200 por trek de cuatro días más propinas.
Desde Buenos Aires hasta Cusco Hay vuelos directos a Lima que duran entre 4h30 y 5h. Precios de ida y vuelta rondan entre USD 370 y USD 580 según temporada, con JetSMART, Sky Airline, LATAM y Aerolíneas Argentinas. De Lima a Cusco son 1h20 de vuelo, con tarifas desde USD 40 hasta USD 120 por tramo con las mismas aerolíneas.
Cusco está a 3.400 metros. El apunamiento (que en Perú llaman soroche) es muy real. Aparece con síntomas como dolor de cabeza que no se va con ibuprofeno, náuseas, falta de aire, cansancio extremo. Aunque hayas hecho los cerros de Salta o subido al Uritorco, lo recomendable es que el cuerpo se aclimate por al menos 2 o 3 días en Cusco antes del trek. Sin esos días, la podrías pasar muy mal.
Pero esos días se aprovechan. Cusco es una ciudad donde las construcciones incas originales sostienen edificios coloniales españoles. La Plaza de Armas tiene iglesias enormes sobre templos incas. El Qorikancha es el antiguo Templo del Sol donde todavía se ven los muros de piedra perfectamente ensamblados sin argamasa. La misma técnica que hay en las ruinas de Quilmes en Tucumán, pero acá en uso continuo durante 500 años.
El Valle Sagrado está cerca. Pisac con su mercado artesanal gigante (funciona martes, jueves y domingos) y Ollantaytambo, pueblo con trazado inca original donde los incas resistieron a los españoles en 1537. Las excursiones de día completo cuestan entre USD 20 y USD 100.
El mate de coca es parte del proceso de adaptación a la altura. Lo ofrecen en hoteles y restaurantes, se consume como té común y ayuda bastante. Su sabor es levemente amargo, parecido al té verde. También se puede masticar la hoja directamente, aunque para quienes no están acostumbrados suele ser más sencillo tomarlo en infusión.
Los cuatro días en la montaña El primer día funciona como adaptación con seis horas de caminata bordeando el río Urubamba hasta el campamento de Wayllabamba a 3.000 metros. A mitad de camino aparecen las terrazas agrícolas de Llactapata, muros de piedra que alguna vez fueron puestos de control. Cuando se llega al campamento, las carpas ya están armadas y la cena servida.
El segundo día es el más exigente físicamente. Hay que subir 1.200 metros hasta alcanzar Warmiwañusca, conocido como el Paso de la Mujer Muerta, a 4.215 metros de altura. El aire empieza a escasear y cada paso se siente más pesado. La recompensa viene en la cima con una vista que abarca valles en ambas direcciones antes de iniciar un descenso de 600 metros hasta Pacaymayo, el segundo campamento.
El tercer día es el más largo con 16 kilómetros y unas ocho horas de caminata, pero también el más interesante desde lo arqueológico. Primero Runkurakay, un puesto de control circular construido sobre un promontorio. Después Sayacmarca, la Ciudad Inaccesible, levantada sobre un peñasco rodeado de precipicios por tres lados. Más adelante está Phuyupatamarca, el Pueblo sobre las Nubes, con terrazas agrícolas en diferentes niveles que aparecen y desaparecen entre la niebla frecuente. El tramo final es un descenso pronunciado por una escalinata inca tallada hace 500 años, cientos de escalones pulidos por generaciones. Se acampa en Wiñaywayna a 2.650 metros, el último punto antes de Machu Picchu.
El cuarto día comienza a las 3:30 de la madrugada. Después de un desayuno rápido se camina en la oscuridad con linternas frontales. El objetivo es llegar a Inti Punku, la Puerta del Sol, justo al amanecer. A las 6 de la mañana se alcanza esa puerta de piedra que marca la entrada oficial a Machu Picchu por el Camino Inca. Desde ahí se ve la ciudadela completa con sus terrazas verdes escalonadas, las construcciones de piedra gris ensambladas sin argamasa y la montaña Huayna Picchu elevándose detrás. Es el momento que justifica los cuatro días de caminata.
Presupuesto real El costo del tour del Camino Inca de cuatro días varía bastante según la agencia que se elija, con precios que van desde los 600 hasta los 950 dólares por persona dependiendo del nivel de servicio y el tamaño del grupo.
Para el hospedaje en Cusco hay opciones para todos los presupuestos. Los hostales y hoteles más económicos arrancan en unos 20 a 60 dólares por noche, mientras que los de categoría media van de 60 a 120 dólares. Para tres o cuatro noches en Cusco se puede calcular entre 150 y 300 dólares en total si se busca algo de nivel medio. Las comidas en Cusco son relativamente accesibles en mercados locales, unos 3 a 12 dólares. En restaurantes más turísticos o de categoría superior los precios rondan los 15-50 dólares por comida.
Las excursiones al Valle Sagrado de los Incas, a la montaña de colores, laguna Humantay, entre otros, cuestan entre 30 y 80 dólares dependiendo de si es tour grupal o privado, además de los servicios incluidos. Y después están los gastos varios que siempre aparecen. En total, el viaje completo de una semana sale entre 1.500 y 2.500 dólares por persona, dependiendo de qué categoría de hospedaje se elija y cuánto se gaste en comidas y extras.
Preparación y equipaje No hace falta ser atleta para hacer el Camino Inca, pero sí conviene llegar con algo de entrenamiento. Lo óptimo es comenzar la preparación dos meses antes con caminatas largas de 5 horas o más, mochila al hombro, dos veces por semana. Lo importante es acostumbrar las piernas a la subida y el descenso.
El equipo básico es sencillo pero obligatorio, botas de trekking impermeables ya usadas, ropa en capas para temperaturas que van de los -5°C en la altura a los 25°C en los valles, chaqueta térmica, cortavientos, bastones para aliviar rodillas y un protector solar potente. A eso se suma una mochila con agua, abrigo ligero, linterna frontal y el pasaporte original, requisito indispensable para ingresar al camino inca.
Alternativas disponibles Si no se consiguen permisos para el Camino Inca clásico, existen rutas alternativas. El Camino Salkantay de 5 días y 74 kilómetros no requiere permiso limitado y pasa por el nevado Salkantay a 6.271 metros, siendo físicamente más desafiante pero igual de espectacular. El Camino Lares de 4 días atraviesa comunidades andinas con tradiciones textiles vivas. El Camino Inca Corto de 2 días permite ingresar por Inti Punku como el clásico pero solo se camina el último tramo. Y para quienes prefieren menos esfuerzo físico está la opción del tren desde Ollantaytambo a Aguas Calientes y subir en bus a Machu Picchu.
Una historia compartida El Qhapaq Ñan conectó pueblos desde Colombia hasta Chile mucho antes de que existieran las fronteras actuales. Recorrer el Camino Inca es caminar sobre esa historia compartida. Es comprender que los Andes del noroeste argentino y los Andes peruanos formaban parte de un mismo mundo andino que veneraba las montañas y construía en las alturas.
Hoy, recorrer el Camino Inca hasta Machu Picchu todavía es posible, aunque implica permisos limitados y una logística que puede volverse complicada. Inkayni Peru Tours, operador oficial en Cusco, se encarga de todo: permisos, guías, porteadores, entradas y transporte. Así el viajero se concentra en el camino y no en los trámites.
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