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Sunday, October 26, 2025

El virrey Bennett y la intervención estadounidense en Argentina

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El restaurante Osaka en Puerto Madero, ubicado en la planta baja del edificio Molinos de Alan Faena, es uno de los locales de sushi más exclusivos de Buenos Aires. Cuando los clientes esperan a sentarse e intentan conectarse a la red WiFi, se llevan una sorpresa que no pasará desapercibida para un ojo político atento. Una de las redes visibles se llama OCPTECH, todo en una sola palabra y en mayúsculas. OCP Tech es la empresa del empresario Leonardo Scatturice, un hombre que goza de excelente acceso al gobierno de Javier Milei y que ha aparecido dos veces en la portada de Noticias portada de la revista este año.

La empresa es donde Barry Bennett, el protagonista de esta historia, lleva a cabo sus negocios. Es socio de Scatturice y, desde 2016, trabaja como lobista vinculado al Partido Republicano en Estados Unidos, con fuertes conexiones con el presidente estadounidense, Donald Trump.

El 8 de octubre, Bennett encabezó una reunión en las oficinas de OCP Tech en Puerto Madero a la que asistieron, entre otros, los legisladores Miguel Ángel Pichetto, Cristian Ritondo y Rodrigo De Loredo, según reveló el periodista Carlos Pagni en un reportaje. Durante la conversación, Bennett habló como si fuera un enviado del gobierno de Estados Unidos, dejando claro que la administración Trump estaba dispuesta a apoyar al presidente de Argentina, Javier Milei.

Los comentarios de Bennett fueron confirmados posteriormente durante la visita de Milei a Estados Unidos. Dijo que el respaldo de Washington dependería de la capacidad del líder de La Libertad Avanza para garantizar la estabilidad política. Para lograrlo, explicó, la Casa Rosada tendría que forjar acuerdos con bloques moderados del Congreso y gobernadores aliados.

El principal asesor presidencial de Milei, Santiago Caputo, escuchó atentamente y se movía con soltura por las oficinas de Scatturice. También estuvo presente el ex Infobae La periodista Soledad Cedro, hoy directora general de CPAC Argentina, vinculada a la organización política conservadora estadounidense. Quizás el participante más importante fue Matthew Dell Orfano, ejecutivo de Discovery Capital Management, el fondo de cobertura propiedad del multimillonario Rob Citrone, quien ha invertido gran parte de su capital latinoamericano en la Argentina de Milei. El representante de Citrone quería saber de primera mano si los aliados de Milei creían que él tenía alguna posibilidad de impulsar la agenda de reformas de su gobierno en el Congreso.

El papel de Bennett en estas conversaciones ganó peso debido a la ausencia de un embajador estadounidense en Argentina (el enviado entrante de Trump, Peter Lamela, aún no ha llegado a Buenos Aires). El lobbista se convirtió así en la figura más cercana a Trump en pisar suelo argentino. Además, en los encuentros entre Trump y Milei hasta ahora, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Argentina, el Departamento de Estado de Estados Unidos y el embajador de Argentina en Washington han desempeñado papeles secundarios: el propio equipo de comunicaciones de Milei en torno a Caputo ha reforzado esta narrativa en las redes sociales, alardeando de los logros del asesor sin comprender el daño institucional causado a otros miembros de la administración.

En resumen, Bennett se ha convertido en la voz que trae noticias de Estados Unidos –sus demandas y su apoyo prometido– y actúa como una especie de conducto no oficial.

Entre bastidores

En febrero de este año, comenzó a tomar forma una de las medidas más estratégicas de política exterior de Argentina. El 12 de febrero, a pedido de Santiago Caputo, la agencia de inteligencia SIDE firmó un contrato con una firma de lobby, Tactic Global. En ese momento, la empresa aún no estaba registrada oficialmente en el Departamento de Justicia de Estados Unidos (esto no ocurriría hasta mayo), pero ya operaba para agentes extranjeros, bajo contrato con el gobierno vietnamita.

El acuerdo con la SIDE coincidió con un acercamiento sin precedentes entre Milei y el movimiento Trump. Diez días después, el 22 de febrero, Milei saludó a Trump en la convención CPAC, la reunión anual de la derecha estadounidense. Fue su primer contacto público, sellando una relación política que pronto se convertiría en un puente operativo entre Buenos Aires y Washington.

El 25 de marzo, Bennett visitó la Casa Rosada de Buenos Aires. El exasesor de campaña de Trump se reunió con Santiago Caputo. Oficialmente, discutieron “cooperación económica y comercial”, pero la visita se produjo cuando el gobierno de Milei buscaba desesperadamente oxígeno financiero y respaldo político extranjero en medio de la austeridad y la agitación social.

Menos de un mes después, el 14 de abril, el secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, llegó a Buenos Aires. Al mismo tiempo, el inversor Rob Citrone voló a bordo del jet privado de Scatturice, junto con todo el equipo de Tactic Global, para asistir a una reunión con el presidente Milei. Discovery Capital Management, el fondo de Citrone, no sólo es un inversor clave en Argentina sino también un importante cliente de la consultora Scatturice y Bennett.

El 4 de mayo, Trump envió un emisario para discutir los aranceles con Argentina. Washington buscó condiciones preferenciales para sus empresas y, a cambio, ofreció apoyo diplomático y posible alivio financiero. Apenas un mes después, el 4 de junio, Bennett regresó a Argentina para ultimar los detalles de un acuerdo. Unos días después, el 11 de junio, una fotografía lo mostraba junto a Scatturice y Trump: la coronación pública de una alianza de poder y negocios.

El 28 de julio, ambos operativos celebraron el anuncio de un acuerdo Visa Waiver, el programa que exime a los ciudadanos de países aliados de necesitar una visa estadounidense. Al día siguiente, Bennett elogió la noticia en una publicación en X: “Viajar sin visa entre nuestras naciones es una gran declaración de amistad. ¡Milei logra otra gran victoria!”.

Línea de tiempo

El 1 de agosto, el gobierno estadounidense impuso aranceles del 10 por ciento a las exportaciones argentinas, aunque Washington dejó la puerta abierta a negociaciones para exenciones sobre alrededor de 100 productos.

El 16 de septiembre, Bennett resurgió en CPAC Paraguay, compartiendo escenario con figuras libertarias de toda la región y operativos vinculados al círculo íntimo de Milei. El evento, ocurrido justo después de un importante revés electoral para el presidente argentino, resultó ser crucial. Bennett prometió conseguir una nueva reunión con Trump. Cuatro días después, el 20 de septiembre, la Presidencia argentina anunció que su encuentro tendría lugar el 23 de septiembre en Nueva York durante la Asamblea General de la ONU, otra muestra de la influencia de Bennett. Después de la reunión, el lobista publicó en X: “Un mal día para el socialismo argentino, que intentó derrumbar la moneda. La libertad es a largo plazo. ¡Gracias, presidente Trump!”.

En octubre, los intercambios se aceleraron. El 7 de octubre, Bennett llegó a Argentina a bordo del jet de Scatturice, el mismo avión envuelto en la polémica por la llegada al país de Laura Arrieta sin control de equipaje. Esta vez, el Bombardier Global 5000 tuvo una nueva matrícula. Ya no era N18RU, ahora llevaba N100LA, elegido por su propietario. En los círculos de la aviación, los conocedores bromeaban: “El avión de Scatturice solía ser ‘Uniforme de Romeo Uno Ocho de Noviembre’, ahora es ‘Uniforme de Noviembre Uno Cero Cero Laura Arrieta’”, se rieron.

Bennett regresó a los Estados Unidos poco después. El avión hizo una escala de una hora en Miami, donde se cree que abordó Scatturice, antes de continuar hacia Washington para seguir de cerca la cumbre de Trump.

La misión actual de Bennett es asegurar una visita de Trump a Buenos Aires, después de las elecciones. Según se informa, las conversaciones están en marcha y las agencias de inteligencia ya están coordinando los detalles de un viaje inicialmente previsto para diciembre, aunque podría adelantarse, dependiendo de las necesidades de Milei.

Pasado

Además de su misión diplomática en la sombra, Bennett lleva una biografía formada en las zonas grises del poder.

Desde Ohio hasta el círculo íntimo de Trump, es una figura familiar dentro de las filas republicanas. Algunos lo llaman “estafador”, otros, un operador respetado. En Buenos Aires ya se ganó el apodo de “Benny Hill” por su parecido con el comediante británico.

Bennett comenzó como agente de campaña local en la década de 1990 antes de fundar Avenue Strategies, una potencia de cabildeo con conexiones directas con la Casa Blanca. Dirigió la campaña del ex aspirante presidencial republicano Ben Carson y, después de una feroz disputa, cambió de bando para asesorar a Trump entre bastidores en la Convención Republicana de 2015.

Tras la victoria de Trump en 2016, Bennett convirtió el capital político en ganancias, creando una empresa de lobby que canalizó acuerdos con gobiernos extranjeros, corporaciones y naciones árabes. Avenue Strategies no ocultó sus credenciales y se presentó como una “boutique de asuntos gubernamentales” con línea directa a la Oficina Oval. Como muchos en ese sector, Bennett utilizó su influencia para impulsar agendas extranjeras en Washington, pero se excedió.

En 2024, el Departamento de Justicia de Estados Unidos lo acusó de ocultar su papel como agente extranjero. El caso alegaba que Qatar –cuyo nombre no figura en los documentos judiciales– pagó a Avenue Strategies 2,1 millones de dólares para pulir su imagen y socavar a un rival regional. Parte de ese dinero supuestamente se desvió a una empresa paralela controlada indirectamente por Bennett. ¿El problema? Nunca lo registró como lo exige la ley estadounidense, ejerciendo presión sin revelarlo por completo. El acuerdo con el Departamento de Justicia de Estados Unidos incluyó una multa de 100.000 dólares, el compromiso de no reincidir y una forma de libertad condicional de 18 meses.

Familia

La conexión de Bennett con la presidencia estadounidense también tiene un capítulo personal. Su esposa, Melissa Schultz Bennett, fue una de las asistentes privadas del ex presidente George W. Bush durante sus dos mandatos, de 2001 a 2009.

En la Casa Blanca, la conocían como “Sweet Melissa”: era la mujer que sabía cuándo debía partir el Air Force One, cuánto tiempo tardaba la caravana en cruzar el Potomac y los nombres y direcciones de los invitados “sorpresa” que el presidente planeaba visitar sin previo aviso. Desde su escritorio en el ala oeste, coordinó la maquinaria finamente afinada que mantuvo la presidencia en funcionamiento.

Melissa fue testigo de la intimidad del poder durante la tragedia. Estaba en la Oficina Oval la mañana del 11 de septiembre de 2001, cuando los asesores de Seguridad Nacional irrumpieron para informar que un segundo avión había chocado contra las Torres Gemelas. En aquellos días inciertos, el secretario nacido en Ohio se convirtió en un rostro confiable para la familia Bush. Tal era la cercanía que el 20 de enero de 2009 –último día de la administración– George y Laura Bush la invitaron a bordo del Air Force One para su último vuelo a Texas, cuando éste se los prestó el entonces presidente estadounidense Barack Obama para su regreso al rancho Crawford. Fue un gesto de afecto hacia un asistente que había guardado discretamente la agenda y los secretos del presidente durante ocho años.

Esa experiencia en el corazón del poder republicano también ha dado forma a la carrera de su marido. Bennett absorbió de esa proximidad una comprensión casi instintiva de cómo funciona la política en los márgenes del poder institucional: entre la comunicación, la influencia y el lobby.

Años más tarde, cuando se unió al equipo de Donald Trump –primero como parte del equipo de campaña de 2016 y luego en circuitos internacionales de consultoría– su nombre ya estaba ligado a la Casa Blanca.

Esa red, tejida entre la política, los negocios y la diplomacia informal, volvió a cobrar vida en 2025 con la creación de Tactic Global. Con el paso de los meses, la operación de lobby de Bennett se convirtió en un engranaje clave de una diplomacia paralela construida sobre afinidades ideológicas e intereses superpuestos.

Argentina buscó respaldo financiero y legitimidad en Washington; Mientras tanto, el movimiento de Trump quiere expandir su influencia geopolítica en el Cono Sur para frenar el alcance de China. En esa convergencia, Bennett dejó de ser un mero consultor y se convirtió en el perfecto ejecutor de un plan que involucraba a varios actores. También tiene una clara ventaja: disfruta de la confianza de Santiago Caputo, el principal asesor de Milei.

En su doble papel como estratega político y cabildero, Bennett encarna un arquetipo familiar de Washington: el intermediario que convierte la amistad en política exterior… y en negocios.

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