El ministro de Defensa de Venezuela, Vladimir Padrino López, utilizó una ceremonia militar para decirles a los colombianos que podían “contar” con las fuerzas armadas de Venezuela—moral y físicamente—contra cualquier amenaza extranjera a lo largo de la frontera.
El mensaje era menos sobre movimientos de tropas y más sobre política: Caracas está invitando a Bogotá a apoyarla después de las amenazas de aranceles y ayuda de Estados Unidos contra el gobierno del presidente Gustavo Petro.
¿Por qué dar el paso ahora? La andanada pública de Washington puso a Colombia a la defensiva e introdujo riesgo de mercado. Bogotá respondió con diplomacia rápida, reuniéndose con el encargado de negocios de Estados Unidos y señalándole que quiere mantener la cooperación en materia antinarcóticos y comercio.
Los mercados mostraron preferencia por la calma a medida que los bonos colombianos se fortalecieron y el peso se estabilizó. En ese momento, Caracas ofreció solidaridad, con el objetivo de reducir su aislamiento, proyectar liderazgo regional y convertir la cooperación fronteriza en palanca con Colombia.
El telón de fondo importa. Colombia y Venezuela comparten una frontera de más de 2.200 kilómetros que sustenta el comercio legal pero también el contrabando y la actividad de grupos armados.
Caracas intenta llevar a Bogotá a un frente común a medida que se amplía la brecha entre Estados Unidos y Colombia Caracas intenta llevar a Bogotá a un frente común a medida que se amplía la brecha entre Estados Unidos y Colombia Aproximadamente 2,8 millones de venezolanos viven en Colombia, lo que hace que la estabilidad cotidiana en ese corredor sea un interés básico en ambas capitales.
Desde 2022, los vecinos han ido reconstruyendo vínculos; cualquier ruptura con Washington podría complicar ese acto de equilibrio, pero también hacer que la cooperación venezolana sea más atractiva para Bogotá en materia de gestión fronteriza.
La reunión Petro-McNamara ofrece un respiro en la crisis entre Colombia y Estados Unidos
Para los de afuera, lo que está en juego es práctico. Estados Unidos es el mercado más grande de Colombia. Los aranceles reales afectarían rápidamente al petróleo, el carbón, el café, las flores y los plátanos, con efectos en cadena para la moneda y los costos de endeudamiento.
Si la cooperación entre Estados Unidos y Colombia se estanca, los grupos armados ganan espacio, aumentan las presiones migratorias y se desacelera el comercio transfronterizo: riesgos regionales con efectos en cadena globales.
Qué observar a continuación: si las conversaciones sobre aranceles se convierten en política formal, si Bogotá y Washington publican un plan antidrogas conjunto y si Caracas combina la retórica con despliegues sostenidos e interdicciones a lo largo de la frontera.




