América Latina y el Caribe acaban de recibir una modesta mejora: ahora se espera un crecimiento regional del 2,4% en 2025 y del 2,3% en 2026.
Eso es mejor que los pronósticos anteriores, pero no mucho. La región todavía avanza a baja velocidad, agobiada por una inversión débil, una baja productividad y una desigualdad persistente.
La inflación se ha enfriado más lentamente de lo esperado, lo que ha mantenido las tasas de interés altas por más tiempo y las monedas fluctuantes. Esas fuerzas hacen que el endeudamiento sea más costoso y la planificación más difícil para las familias y las empresas.
La historia detrás de esta historia es una brecha cada vez mayor entre los países y un modelo de crecimiento que no ha evolucionado lo suficientemente rápido. Se proyecta que América del Sur crecerá un 2,9% en 2025, ayudada por una mayor demanda de China y precios más firmes de las materias primas.
Pero dentro de eso, las trayectorias divergen: Brasil ronda el 2,5%, Chile el 2,6%, Colombia el 2,5% y Perú el 3,2%, mientras que México (más expuesto a la manufactura, las fricciones comerciales y una demanda externa más lenta) se sitúa cerca del 0,6%.
La lenta rutina de América Latina: un pequeño impulso en 2025, grandes problemas aún en el camino. (Foto reproducción de Internet) Varias economías caribeñas y sudamericanas más pequeñas vinculadas a la energía y la minería deberían obtener mejores resultados, aunque sus avances son limitados y volátiles. Los mercados laborales reflejan este pulso lento.
América Latina enfrenta un lento crecimiento del empleo y riesgos de oferta global Se espera que el crecimiento del empleo se enfríe y que el desempleo se acerque al 5,6%. La informalidad puede disminuir un poco y la brecha entre hombres y mujeres puede reducirse ligeramente, pero ambas siguen siendo altas sin un crecimiento más fuerte del sector formal.
Por qué esto es importante para los lectores fuera de la región: América Latina suministra al mundo alimentos, combustible y metales que alimentan fábricas, baterías y proyectos de energía limpia.
Cuando la región crece lentamente, invierte menos en logística, energía y educación, obstáculos que pueden afectar las cadenas de suministro y los precios globales.
Para los inversores, el mensaje es el de ser selectivos: las inversiones vinculadas a las materias primas con balances disciplinados parecen más sólidas; Las trayectorias de las tasas de interés y las divisas serán fundamentales para la rentabilidad.
Para los responsables de las políticas, el camino para salir de esta rutina no es un misterio: reglas e impuestos más simples, mejoras más rápidas en infraestructura y puertos, y políticas industriales específicas que atraigan capital privado y diversifiquen las exportaciones.
En resumen, las previsiones mejoraron. Los fundamentos no lo hicieron. Sin un impulso a la productividad y la diversificación, esta recuperación corre el riesgo de parecer estancada.




