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Sunday, October 26, 2025

Petro transforma las sanciones de la lista negra de Estados Unidos en un desafío público al poder en Colombia

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En un mitin abarrotado en Bogotá, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, reformuló las sanciones estadounidenses como una prueba pública de fuerza.

Horas después de que Washington lo incluyera en la “Lista Clinton” –una lista negra antinarcóticos que congela activos bajo el alcance de Estados Unidos y prohíbe a los estadounidenses tratar con personas designadas–, dijo a miles de personas en la Plaza de Bolívar que Estados Unidos había “elegido a la mafia” y prometió seguir adelante con una Asamblea Constituyente.

La frase fue retórica, no literal: Petro sostiene que las sanciones alinean a Washington con redes políticas y comerciales arraigadas que él llama “mafias”, a las que vincula con prácticas corruptas o relacionadas con el narco.

La escena importaba tanto como el mensaje. Petro caminó desde el palacio presidencial hasta la plaza con altos funcionarios y aliados, saludando a una multitud de estudiantes, sindicalistas y delegaciones indígenas.

Tambores, pancartas y una bandera gigante del M-19 (el ex grupo guerrillero al que alguna vez perteneció Petro) marcaron la pauta: esto sería respondido en la calle, no en una sala de prensa.

Lo que significa la lista, en términos sencillos: es una lista negra del Tesoro de Estados Unidos que normalmente congela activos bajo el alcance de Estados Unidos y prohíbe a personas estadounidenses hacer negocios con aquellos nombrados.

En la práctica, los bancos globales tienden a hacer lo mismo. Incluso si nunca pisa suelo estadounidense, sus pagos, adquisiciones, seguros o viajes pueden volverse repentinamente más difíciles porque los departamentos de cumplimiento hacen una pausa.

Petro transforma las sanciones de la lista negra de Estados Unidos en un desafío público al poder en Colombia Petro transforma las sanciones de la lista negra de Estados Unidos en un desafío público al poder en Colombia Petro enmarcó la decisión como un castigo por sus posturas en política exterior (especialmente sus críticas a la campaña de Israel en Gaza en la ONU) y como una medida alentada por los opositores colombianos con vínculos en Washington.

Vinculó el momento con las consultas partidarias del domingo y con su principal apuesta política: recolectar 2,5 millones de firmas para forzar un cambio constitucional que, en su opinión, el Congreso ha bloqueado.

La historia detrás de la historia es una lucha más larga sobre cómo luchar contra la economía de las drogas y quién reescribe el contrato social.

Petro aboga por atacar las finanzas criminales y la desigualdad rural; Los críticos señalan la expansión de la superficie cultivada con coca y el empoderamiento del crimen.

Las sanciones caen sobre este argumento como un martillo, convirtiendo un debate político en un cuello de botella financiero.

Washington no se ha comprometido directamente con la afirmación de Petro de que “eligió a la mafia”. El Tesoro se ha apegado a su lógica antinarcóticos, delineando las consecuencias legales y financieras en lugar de debatir la retórica.

Las voces de la Casa Blanca han agudizado las críticas personales a Petro, mientras que los aliados políticos de la administración amplificaron las acusaciones que vinculan a su círculo con el tráfico de drogas.

En resumen: la parte estadounidense está redoblando su apuesta por el marco de cumplimiento, no por la etiqueta, y eso mantiene a los bancos y ministerios, no a los redactores de discursos, en el centro de lo que sucederá a continuación.

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