En la Región de Coquimbo, la crianza de aves exóticas combina tradición y pasión, pero también se enfrenta a desafíos económicos que han llevado a varios emprendedores a abandonar el negocio. Los altos costos de alimentación, cuidados especializados y certificaciones legales dificultan mantener un criadero, mientras que las autoridades buscan garantizar la protección de estas especies y controlar el tráfico ilegal.
Recientemente, Diario El Día contactó a una tienda especializada en aves exóticas que decidió cerrar sus puertas debido a los elevados gastos que implica mantener la actividad. Un caso refleja la tendencia que ha afectado a varios criadores de la región: mantener un negocio legal y seguro ya no es tan atractivo ni rentable como antes.
En este contexto, Luis Munizaga, dueño de un criadero en Salala, cuenta que actualmente posee cerca de 2.000 aves, entre canarios, catitas, diamantes, ninfas australianas y tres tipos de inseparables. Aunque la pasión por estas especies es heredada de sus abuelos, Munizaga reconoce que los tiempos han cambiado: “Antes tenía muchas más aves, pero por el aumento de los costos de alimentación y cuidados, hemos reducido la cantidad y trabajamos con lo que más se vende”, explica.
El criador detalla que las ninfas australianas son las más demandadas por los compradores. Se trata de la cacatúa más pequeña y apreciada por su capacidad de aprender a hablar o hablar, una característica que atrae especialmente a quienes buscan un ave doméstica. Por su parte, las especies más grandes o exóticas, como tucanes o papagayos, se encuentran fuera del alcance de muchos criadores debido a su alto precio y cuidados específicos. “Un tucán puede superar el millón de pesos y requiere condiciones especiales. No todos pueden asumir ese costo”, señala Munizaga.
A pesar de las dificultades, los criadores legales se preocupan por el bienestar de las aves y por ofrecer ejemplares sanos y certificados. Todas las aves que salen de su criadero cuentan con anillo y documentos del Servicio Agrícola y Ganadero (SAG), un requisito que asegura la legalidad y el seguimiento sanitario. “Legalizar el criadero fue un esfuerzo de más de 20 años. Gracias al apoyo de los funcionarios, puedo trabajar de manera formal y ofrecer un producto confiable”, afirma Munizaga.
El alto costo de mantener un criadero no solo afecta la cantidad de aves disponibles, sino también la diversidad de especies. Según Munizaga, la alimentación es clave para garantizar la salud y longevidad de los ejemplares. Su mezcla incluye huevos, zanahorias, cereales y otros productos naturales, evitando que las aves se alimenten solo con nabos u opciones insuficientes. Además, se preocupa de mejorar el cruzamiento, evitando los lazos sanguíneos cercanos y asegurando la calidad genética de los ejemplares.
A diferencia del negocio legal, el comercio ilegal de aves no ofrece estas garantías. Las aves que se venden en ferias o que son traficadas suelen estar maltratadas, pueden ser agresivas y carecer de cuidados básicos, advierte Munizaga. Por ello, el criador hace un llamado a comprar solo en establecimientos certificados: “Es importante que la gente apoye a criaderos legales. De esta forma, las aves viven mejor y no fomentamos el tráfico ilegal”.
EL CONTEXTO LEGAL Y EL ROL DEL SAGSi bien la crianza de aves exóticas es legal, requiere cumplir con estrictas regulaciones. Raúl Torres, encargado regional de Protección de Recursos Naturales Renovables del SAG, explica que los criaderos deben registrarse en el Registro Nacional de Tenedores de Fauna Silvestre, detallar las especies, contar con planes de manejo sanitario, alimentación y contingencias ante emergencias, y mantener supervisión. veterinario. Estas medidas buscan garantizar el bienestar animal y proteger la fauna nativa.
Torres agrega que desde “2016 se han registrado solo dos decomisos de fauna silvestre exótica en la región, con un total de 44 ejemplares de 14 especies distintas”. No se trata de un delito recurrente. La mayoría de los criadores cumplen con la ley y los decomisos son excepcionales. Las aves incautadas se derivan a centros de rescate o exhibición autorizados, asegurando su cuidado y preservación.
Entre las especies más encontradas en decomisos se incluyen Agapornis fischer, pericos australianos, capuchinos de Java, tucán toco y pavos reales. La demanda estética de estas aves impulsa el comercio ilegal, aunque las autoridades destacan que la fiscalización y las sanciones buscan desalentar esta práctica.
CONTRABANDO Y PROCEDIMIENTOS POLICIALESLa Policía de Investigaciones (PDI) confirma que el tráfico de aves exóticas no es común en la región. En los últimos meses, solo se realizaron dos operativos relevantes en Andacollo. Uno de ellos, en diciembre de 2024, permitió la incautación de tucanes, pavos reales, rosellas, inseparables, codornices y un tordo, derivando los ejemplares al SAG.
Otro procedimiento, denominado “Operación Exótica”, encontró 26 aves junto a más de seis mil dosis de cannabis. En ambos casos, los detenidos mantenían aves sin autorización legal, y las investigaciones fueron coordinadas con el Ministerio Público y el SAG.
El subprefecto Rodrigo Valdebenito señala que, si bien se trata de delitos graves, son poco frecuentes en la región. “Este es un delito poco frecuente, ambos procedimientos que desarrollamos establecido el ilícito en un inmueble y un imputado blanco de la Investigación, que hace unos años mantenía un pequeño zoológico irregular en dicho domicilio de la comuna de Andacollo, sin la autorización correspondiente para funcionar con las exigencias para el resguardo de las aves exóticas”, concluye.




