En las redes sociales circulan constantemente opiniones sobre aspectos mecánicos y de funcionamiento de las armas de fuego. Lamentablemente, gran parte de esa información carece de un análisis técnico profundo y suele ser difundida por aficionados que se autodenominan profesionales. Esto constituye un error no menor, especialmente cuando tratamos temas de carácter técnico-científico, donde es imprescindible combinar formación académica con experiencia práctica para comunicar con exactitud.
Esta serie de notas no busca polemizar con aficionados ni con profesionales, sino aclarar conceptos y transmitir conocimientos apoyados en la interacción entre la ingeniería y las ciencias formales y empíricas, abordando tanto aspectos generales como particulares.
El disparo en seco Uno de los puntos más discutidos es la práctica de efectuar disparos en seco, sin el uso de cartuchos inertes de entrenamiento (dummy). Mecánicamente, las pistolas fueron diseñadas para disparar con cartucho en recámara, de modo que la aguja percutora golpee la cápsula iniciadora. Esta última actúa como amortiguador, desacelerando de manera gradual el impacto.
Si la aguja se desplaza sin encontrar esa resistencia, se generan vibraciones y tensiones que pueden provocar microfisuras o roturas en el metal, tanto en la propia aguja como en su alojamiento. La situación es aún más crítica en las armas de percusión anular, donde la aguja puede golpear contra la entrada de la recámara, ocasionando daños directos.
Muchos tiradores de tiro práctico comentan la costumbre de realizar una percusión en vacío al terminar una pista. En mi opinión, esa práctica es innecesaria. Resulta suficiente extraer el cargador, verificar visual y táctilmente la recámara y dejar la corredera abierta. Operar el disparador en vacío no aporta seguridad; al contrario, introduce riesgos.
En contextos urbanos o de legítima defensa, disparar en seco fuera del polígono constituye un vicio peligroso: puede derivar en disparos involuntarios con consecuencias fatales. La cola del disparador fue diseñada para cumplir una función específica: efectuar disparos voluntarios hacia un objetivo definido, no para verificar descargas. Por estos y otros motivos, desaconsejo disparar en seco de forma repetitiva, salvo que se utilicen cartuchos inertes diseñados para esa práctica.
Sistemas de disparo Otro mito muy difundido es calificar a la pistola Glock como un arma de doble acción. Esto es técnicamente incorrecto. La Glock –y otros modelos similares como la Taurus TS9 o la Beretta APX– funcionan con un sistema de simple acción, en el que la aguja lanzada se acciona mediante un resorte tensado o pretensado.
En caso de un fallo de percusión, es necesario accionar la corredera para expulsar el cartucho defectuoso y cargar uno nuevo. El simple hecho de presionar nuevamente la cola del disparador no reinicia el ciclo, ya que no cumple las dos etapas de la doble acción. En cambio, en las pistolas de doble, si se produce un fallo con cartucho en recámara, basta con presionar de nuevo el disparador: el martillo se monta y se libera en un mismo recorrido, ofreciendo una segunda oportunidad de percusión. Ejemplos clásicos son la Beretta 92 FS, la CZ-75, la Bersa 23 o la Sig Sauer P228.
Las pistolas de simple acción con martillo a la vista requieren montar manualmente el martillo para poder disparar (Colt Delta Elite, Browning GP-35, Desert Eagle). Las de acción doble solamente (DAO), como la Walther P99 o la Ruger P91, necesitan que cada disparo sea iniciado presionando el disparador, que cumple ambas etapas en forma continua. Estas armas, generalmente compactas, se emplean para portación oculta debido a la ausencia de martillo externo o martillo pequeño sin cresta (parte aserrada donde apoya el dedo pulgar para montarlo).
Finalmente, las pistolas de martillo oculto de simple acción –como la Colt Pocket Hammeless o la FN Browning 1903– funcionan de manera similar a las de aguja lanzada, con la diferencia de que el movimiento lo produce un martillo interno (y no un resorte pretensado). Por último, cabe recordar que los revólveres también presentan variantes de simple acción, doble acción y combinaciones de ambas, con martillos visibles u ocultos.
Conclusión La práctica del disparo en seco sin cartuchos inertes es perjudicial tanto para la seguridad como para la integridad mecánica de las armas. Del mismo modo, es fundamental desterrar mitos técnicos como la supuesta doble acción de la Glock, que sólo generan confusión. En un ámbito donde la precisión y el entrenamiento salvan vidas, hay que formarse con los términos precisos y comprender
los mecanismos para entender cómo funcionan y evitar accidentes.




