En los Países Bajos, una nación de tulipanes, molinos de viento y una intrincada política de coalición, se produjo un cambio dramático el 29 de octubre de 2025. El partido centrista Demócratas 66 (D66) consiguió el primer puesto en las elecciones generales anticipadas, capturando alrededor del 18% de los votos y proyectando 26 escaños en el parlamento de 150 escaños, casi triplicando su participación anterior. Esto posiciona al líder Rob Jetten, de 38 años, ex ministro del clima y político abiertamente gay, como potencialmente el primer ministro más joven en la historia holandesa. ¿La historia de fondo? Apenas un año antes, en 2023, el populista Partido por la Libertad (PVV) de Geert Wilders sorprendió a Europa con una victoria en plataformas antiinmigración y euroescépticas, formando una coalición inestable con aliados de centroderecha como el VVD, el NSC y el BBB. Pero las divisiones internas llevaron a su colapso en junio de 2025, lo que obligó a la dimisión del primer ministro Dick Schoof y a la celebración de elecciones anticipadas. Los votantes, cansados de la inestabilidad, siendo esta la tercera elección en cinco años, recurrieron a la campaña optimista del D66 que prometía unidad en materia de escasez de vivienda, migración controlada, acción climática y estabilidad económica. Elecciones holandesas: una oleada centrista en medio de la resiliencia populista. (Foto reproducción de Internet) La vibra de “sí, podemos” de Jetten, respaldada por una fuerte inversión publicitaria, resonó, mientras que el PVV de Wilders, a pesar de un fuerte segundo lugar con votos similares, perdió terreno en medio de la fatiga de la polarización. Sin embargo, el atractivo duradero del PVV pone de relieve la tenacidad de las fuerzas conservadoras, que abogan por la soberanía nacional frente a lo que consideran políticas izquierdistas extralimitadas. El D66 dirige las conversaciones de coalición mientras el centrismo holandés pone a prueba la presión populista El D66, con su liberalismo pro UE, lidera ahora conversaciones de coalición que duran meses y necesita al menos tres socios para obtener una mayoría. Los partidos principales evitan a Wilders, pero su influencia persiste, presionando a cualquier gobierno para que aborde la migración con firmeza. Para los expatriados y extranjeros, esto revela la democracia fragmentada de los Países Bajos: ningún partido gana directamente, las coaliciones gobiernan y el pragmatismo a menudo triunfa sobre la ideología. Es revelador cómo una pequeña potencia de la UE, dependiente del comercio, puede pasar del populismo de derecha al centrismo, y aun así las voces conservadoras siguen siendo sólidas, desafiando los excesos de tendencia socialista como el gasto desenfrenado (los últimos 28.000 millones de euros del D66 para el clima generaron críticas por su ineficiencia). ¿Para la UE? Con el VVD de centroderecha y el PVV de derecha populista como actores de poder (aunque el D66 lidera), esto indica resiliencia contra las derivas de extrema izquierda, pero no una caída total de la élite liberal que mantiene cautivo al continente. La postura prointegración de Bruselas perdura, pero el escepticismo holandés podría moderar agendas ambiciosas sobre migración y acuerdos ecológicos, fomentando una unión más equilibrada donde los intereses nacionales ganen terreno.
Elecciones holandesas: una oleada centrista en medio de la resiliencia populista
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