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Wednesday, November 5, 2025

Anhelo por Pinochet: cómo el crimen avivó la nostalgia por el dictador de Chile

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Una mañana de sábado de septiembre, cuatro hombres irrumpieron en la casa de Miguel Ángel Bravo en un tranquilo barrio de clase media de Santiago, la capital de Chile. El contable de 61 años, que vive con su esposa y su hija, había activado la alarma y cerrado la puerta la noche anterior. Pero cuatro atacantes armados superaron fácilmente esas defensas, irrumpieron en su dormitorio, lo golpearon con una barra de hierro, le robaron la billetera y el teléfono y huyeron en su automóvil. Ataques de este tipo eran casi inauditos en Chile hace una década. Pero en los últimos años, el país ha experimentado un aumento de los robos a mano armada, los secuestros y los asesinatos, lo que ha convertido la seguridad en una obsesión nacional que está impulsando a los votantes hacia la derecha antes de las elecciones presidenciales del 16 de noviembre. Después de casi cuatro años de gobierno de centroizquierda, las encuestas muestran que los chilenos claman por orden y autoridad, y un número cada vez mayor expresa abiertamente nostalgia por la dictadura del difunto general Augusto Pinochet entre 1973 y 1990. El favorito, el candidato de extrema derecha José Antonio Kast, es un ferviente defensor del general que derrocó al presidente socialista Salvador Allende en 1973. “Si [Pinochet] Si estuviera vivo, votaría por mí”, se jactó Kast. Kast ocupa el segundo lugar en las encuestas, detrás de la candidata de izquierda Jeannette Jara del Partido Comunista, en la primera vuelta de las elecciones presidenciales. Pero las encuestas indican que Jara perdería frente a Kast o cualquier otro rival de derecha si, como se espera, la contienda pasa a una segunda vuelta el 14 de diciembre. Buscando “tranquilidad” Chile sigue siendo uno de los países más seguros de Sudamérica, pero los asesinatos y secuestros se han más que duplicado en Bravo, que todavía tiene una cicatriz en la frente por el allanamiento de morada (conocido localmente como “turbazo”), refleja los temores de muchos chilenos que sienten que su país está siendo perdido por el crimen. “Te quitan la tranquilidad”, dijo sobre las bandas criminales. No revelará por quién votará, pero cree que los candidatos están “aprovechando el problema de la seguridad” para luego ignorarlo. Muchos chilenos culpan del aumento de la violencia a las bandas criminales transnacionales de Venezuela, Perú y Bolivia, cuya llegada ha coincidido con una ola migratoria sin precedentes, particularmente de Venezuela. En el país, la mayoría de ellos venezolanos. Según un estudio de la consultora Criteria, el 82 por ciento de los chilenos cree que el aumento de la delincuencia se debe principalmente a la migración irregular. Una encuesta separada del Centro de Estudios Públicos encontró que el 44 por ciento de los chilenos están “muy preocupados” por la presencia de extranjeros en sus barrios. Pero en las redes sociales, los llamados a regresar a las políticas de mano dura del pasado se han vuelto más fuertes. Algunos de los admiradores de Pinochet no nacieron cuando él y otros generales ordenaron que aviones de combate bombardearan el palacio presidencial. “No viví esa época, pero necesitamos a alguien que tome mano firme como él”, dijo Vicente Sepúlveda, un estudiante de ingeniería de 20 años. El sociólogo Matías Rodríguez, profesor de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano de Santiago, atribuye el atractivo de Pinochet entre los jóvenes chilenos a la falta de conciencia sobre la gravedad de sus crímenes. La glorificación por parte de las generaciones más jóvenes, dice, surge de una “trivialización” causada por la falta de “memoria crítica”. En las escuelas, la dictadura “se estudia sin una condena explícita de las violaciones de derechos humanos”, señaló. El modelo de Bukele Pinochet murió en 2006 sin haber sido condenado por ningún delito. Una encuesta de septiembre realizada por Cadem entre las figuras más admiradas de Chile lo colocó empatado en segundo lugar con el ex presidente de derecha Sebastián Piñera, detrás del héroe naval del siglo XIX Arturo Prat y la premio Nobel de Literatura Gabriela Mistral. En barrios de clase media como Peñalolén, en el este de Santiago, los turbazos han llevado a los residentes a formar grupos en las redes sociales para alertarse unos a otros sobre actividades sospechosas. Antonio Vásquez, un programador informático de 51 años que dirige una asociación vecinal de vigilancia del crimen, dijo que votaría por Kast para que la gente pudiera “descansar tranquila” nuevamente, como lo hicieron “durante la dictadura” y en los primeros años después del regreso de Chile a la democracia. Mientras tanto, Kast ha buscado inspiración en El Salvador para combatir el crimen. El presidente de El Salvador, Nayib Bukele –admirado por el expresidente estadounidense Donald Trump– ha encerrado a decenas de miles de presuntos pandilleros sin cargos en un vasto complejo penitenciario aislado del mundo exterior. En una visita a El Salvador el año pasado, Kast elogió a Bukele por ayudar a millones de salvadoreños a “recuperar su libertad” de las pandillas. noticia relacionada por Paulina Abramovich, AFP

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