Hay pocas cosas tan desalentadoras para una sociedad como los elevados niveles de impunidad por actos aparentemente injustos que han pasado a ser de dominio público. Genera la sensación de que si los encargados de reprender las violaciones de la estructura moral supuestamente omnisciente hacen la vista gorda, entonces seguir las reglas se vuelve desventajoso. Al hacer que sea una tontería no romper las reglas, se produce un deterioro de la fibra moral que, en última instancia, se vuelve socialmente fatal e inevitablemente conduce a la crisis. De hecho, esta es la visión tradicional de la caída del Imperio Romano, donde la pérdida de las virtudes tradicionales –el mos maiorum o costumbres de los antepasados– llevó a los romanos a entregarse al exceso de lujo, priorizando el interés propio y la corrupción, y finalmente volviéndose decadentes. La decadencia moral engendró inestabilidad política y declive militar, las finanzas públicas se hincharon y, al final, la cohesión social se rompió. A dos años de la presidencia de Javier Milei, existe una creciente sensación de impunidad que de ninguna manera es su única responsabilidad, incluso si él y su hermana Karina Milei parecen estar beneficiándose personalmente, junto con un número grande y creciente de asociados. Es una reminiscencia de momentos de alta corrupción como los vividos en los últimos años kirchneristas, hechos que actualmente son revisados por el juicio oral por el escándalo de los cuadernos de corrupción de los ‘Cuadernos’ que acusó a la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner de liderar una asociación ilícita, y los de la era Carlos Menem. Ambas situaciones terminaron catastróficamente para Argentina: el fin de la convertibilidad, que generó una implosión social en 2001-2002, mientras que las secuelas del auge populista kirchnerista estallaron en la cara de Mauricio Macri en 2018. Es difícil culpar de la corrupción endémica a un solo actor, y mucho menos a un outsider político que llegó al poder con el mandato de erradicar la “casta” que vive de la teta del estado. Como anarcocapitalista, Milei podría incluso ser visto hasta cierto punto indiferente a la corrupción, dado que el primer acto de robo es la existencia del propio Estado, según su cosmovisión. Como lo destacó Gustavo González en una columna para Perfil, el Presidente ha afirmado que los evasores de impuestos son héroes; su propio testimonio jurado sobre el patrimonio neto parece indicar omisiones generalizadas, a menos que no fuera realmente el exitoso economista y orador público que dice ser. Milei incluso admira al mafioso Al Capone. Es difícil imaginar que éste sea el perfil de un cruzado anticorrupción. Al mismo tiempo -y como ya lo dijo antes- Milei llegó a la Casa Rosada acompañada únicamente por Karina y sus perros, incluido el fallecido Conan, con quien aparentemente todavía se comunica. Al verse obligado a ocupar miles de puestos oficiales con quien estuviera disponible, su gobierno fue inicialmente visto como amateur e ineficiente. Este enfoque se extiende al ámbito de la corrupción, donde los diferentes esquemas que han surgido recientemente en las investigaciones periodísticas y legales apuntan a un nivel de distanciamiento que sólo puede explicarse por una combinación de inexperiencia y percepción de impunidad. El mecanismo por el cual se defraudó a la agencia nacional de discapacidad ANDIS surgió tras la filtración de una serie de audios atribuidos al ex abogado personal de Milei, Diego Spagnuolo. El hombre puesto a cargo de la agencia parece haberse quejado de haber sido excluido del supuesto esquema de sobornos y comisiones ilícitas utilizado en la compra de medicamentos. Karina Milei y los Menem -primos Martín y Eduardo ‘Lule’ Menem- se estaban quedando con el tres por ciento, afirmó. Los laboratorios, personificados en la firma Suizo Argentina del clan Kovalivker, también se llevaban su parte. Y el pobre Spagnuolo sólo se estaba quedando con miserias. En las últimas semanas, la irrupción de Miguel Ángel Calvete como operador extraoficial encargado de organizar todo el plan, intermediando tanto entre los funcionarios públicos como entre las farmacéuticas, llevó la gráfica de la situación a otro nivel, como se explica en la columna de la semana pasada. Sin embargo, hay sospechas de que Calvete fue metido en escena para “encubrir” a Karina y los Menem, quienes de alguna manera lograron pasar desapercibidos en las últimas semanas. De hecho, el fiscal Franco Picardi se ha mostrado apresurado con un caso de alto impacto político, pero hay dudas sobre hasta dónde está dispuesto a llegar con Karina, la jefa de gabinete presidencial, y su círculo íntimo. Picardi tendrá que trabajar aún más para demostrar que es imparcial. Sin embargo, el escándalo de corrupción de ANDIS se relaciona directamente con el caso principal de la semana, por así decirlo. En el centro está Claudio ‘Chiqui’ Tapia, el presidente de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) que se encuentra en el ojo del huracán por aparentes manipulaciones en el frente deportivo que benefician a sus amigos (y a su club). La impunidad de Chiqui en la AFA está relacionada en parte con su condición de presidente que le dio a Argentina la Copa del Mundo que Lionel Messi necesitaba para cimentar su estatus legendario. Sin embargo, al margen, fuera de la cancha, hay una gigantesca red de negocios en la que se supone que Chiqui extendió sus múltiples tentáculos, junto con su compañero y compañero funcionario de la AFA, Pablo Toviggino. El dúo parece estar vinculado a una de las líneas de investigación de ANDIS a través de Sur Finanzas, una firma financiera de explosivo crecimiento en los últimos años que patrocina la máxima liga de fútbol de Argentina y múltiples equipos, incluidos Racing Club, Banfield, Atlanta y Barracas Central, que dirige Tapia y su familia. Sur Finanzas estuvo involucrada en operaciones utilizadas para lavar los fondos sucios provenientes del esquema de la ANDIS. Es propiedad de Ariel Vallejo, quien en apenas unos años pasó de tener una sola oficina con tres empleados en el sur de Buenos Aires a múltiples empresas registradas en Miami y un Ferrari California negro, según informó La Nación. Actualmente está siendo investigado por la Dirección General de Impuestos (DGI) por presunto lavado de dinero y evasión fiscal por transacciones sospechosas que podrían ascender a 800 mil millones de pesos. La firma ha estado bajo sospecha desde al menos 2021 por negocios turbios para evitar controles cambiarios durante la presidencia de Alberto Fernández, muchos de los cuales están asociados con los días de Sergio Massa en el Ministerio de Economía y el “Rey del Azul”, Elías Piccirillo, otra figura anteriormente cubierta en estas columnas. Vallejo y Chiqui son muy cercanos, y la influencia del primero en el mundo del fútbol argentino ha crecido de la mano del poderoso dominio de la segunda sobre él. Estas cadenas endémicas de corrupción parecen generalizadas. Desde la participación de los hermanos Milei en el criptoescándalo ‘$LIBRA’ hasta las revelaciones de los múltiples casos que involucran a Fernández de Kirchner que muestran el supuesto flujo de millones de dólares en efectivo a la residencia presidencial de Olivos y a su apartamento en Recoleta durante su mandato. Luego están las distintas firmas ligadas al clan Menem y a Leonardo Scatturice con jugosos contratos gubernamentales, ambas reveladas por investigaciones de Rodis Recalt en Noticias. Y la financiación de José Luis Espert por parte del presunto narcotraficante Fred Machado. Y las múltiples acusaciones contra Mauricio Macri y su extensa familia, incluyendo cuestionamientos sobre proyectos como el Correo Argentino, los parques eólicos de Parques Eólicos, el paso a desnivel del Paseo del Bajo y la “Causa Peajes”, por nombrar algunos. Por ahora, parece que sólo la corrupción kirchnerista está siendo seriamente reprendida por el Poder Judicial, que a su vez es objeto de altas sospechas. La impunidad, a largo plazo, genera más violaciones de las normas y conduce a una normalización del crimen. La sociedad lo tolerará si la situación económica mejora, pero sólo durante un tiempo. Incluso el Imperio Romano llegó a su fin. noticias relacionadas




