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Sunday, October 26, 2025

Buscando dorados al vadeo

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No son pocos los aficionados que gustan de una pesca más directa, donde el pescador se involucra con el ambiente de sus potenciales presas, abandonando la comodidad de una embarcación para caminar orillas, recorrer bancos, mojarse los pies y aventurarse en una modalidad común en otras latitudes y con otras especies, como los salmónidos, pero no tan frecuente con los dorados, como lo es la pesca al vadeo. 
En casi todos los destinos pesqueros de las aguas dulces que habita el dorado hay chances, lugares y momentos para ponerse frente a frente –sin embarcación de por medio– con uno de los peces más aguerridos, feroces e incansables que podamos imaginar. Y si lo hacemos con equipos sutiles como los de mosca, de bait cast o de spinning, tanto mejor y tanto mayor el placer deportivo al concretar una captura así. 

En realidad, donde estén estos peces y haya aguas medianamente claras, las posibilidades con los artificiales están. El dorado es un cazador voraz que no dejará pasar la oportunidad de atacar un bocado convenientemente puesto frente a sus narices. 
No hace falta ser un lanzador experto, con lograr tiros de al menos 15 o 20 metros con mosca o señuelo tendremos chances de pescar dorados vadeando. Obviamente, lanzando más lejos y mejor se incrementarán las oportunidades. La idea es no arruinar potenciales pesqueros aproximándose demasiado a la orilla o chapoteando el agua, siempre conviene prospectar la propia orilla de a poco y con cierto sigilo. 
En las bocas de desagüe, cuando están vertiendo agua al cauce principal, se puede intentar desde la orilla lanzando la mosca o el artificial en el chorro y dejando que derive un poco con el agua, para luego recoger o bien explorar la junta de aguas de distinta velocidad o abajo del choque de corrientes, donde suelen estar esperando los cazadores. 

En las correderas  Es otro punto bien rendidor donde se puede intentar colocando los engaños en tres puntos bien definidos: 

1) El sector previo al acelerarse de aguas, que es donde el dorado acecha esperando tanto lo que le trae la corriente como los forrajeros exhaustos que consiguieron sortear con mucho esfuerzo el chorro.  2) La corredera propiamente dicha, que es el sector de mayor desorden de agua y en aquel en el que el dorado saca partido de la dificultad que tienen para nadar los peces menores en el torrente para atacarlos.  3) La parte final o cola de la corredera, que es donde le cuesta menos esfuerzo nadar, el agua tiene mejor oxigenación y también en la que el alimento le llega continuamente por el arrastre natural del agua.  Más sitios  Otro punto clave es donde la corriente pega contra troncos y palos que afloran de la superficie, aquí la situación es bien puntual. En cursos chicos o arroyos se pueden abordar estos lugares desde la costa de enfrente, en ríos más anchos, desde la propia orilla aguas arriba del obstáculo, para que la correntada ayude a colocar el artificial cerca del palo. El dorado puede estar antes de un tronco, si éste es grande, en cuyo caso y considerando el largo del pez y su rango de visión, habrá que lanzar al menos un metro a metro y medio antes del obstáculo. Anticipando el tiro y que caiga un poco antes de sus narices para llamar su atención. Y si al dorado lo presuponemos detrás del palo (como está la mayoría de las veces), el lance deberá caer pegado al tronco, ya que el hocico del pez estará ahí mismo, al reparo de la correntada, esperando, y el ataque se suele desencadenar veloz y violento.

En caso de piedras semi sumergidas, es bastante similar a los palos, sólo que aquí el cono de succión previo suele ser mayor y muy rendidor. En los pedregales totalmente sumergidos se impone el empleo de líneas densas que bajen rápido en caso de moscas o señuelos con paletas que profundicen. Misma situación será en los veriles de bancos de arena, donde buscaremos ganar hondura.
En los accidentes costeros, como puntas y salientes que provocan aceleraciones de líneas de corriente, el artificial deberá caer allí mismo para engañar al pez. Un tiro corto no pasará por el lugar de acecho y uno demasiado largo puede engancharse en la orilla o caer en la parte posterior y arremansada del accidente, donde en vez de un buen dorado habrá doradillos menores o palometas. 
En los sectores vegetados como carrizales, embalsados o camalotales hay que tener cuidado al caminar porque la vegetación flotante puede confundirse con el suelo firme y hay riesgo de darse un chapuzón. Lo ideal es prospectarlos desde la costa enfrentada y lanzar bien cerca de la vegetación, pero sin engancharse. Deben ser tiros muy justos en cuanto a distancia, ya que todo el borde puede deparar ataques de peces predadores, que allí mismo buscan a los forrajeros que están en tránsito y los que permanecen refugiados en ese  entramado vegetal. 

Cómo leer el ámbito  Hay que estar siempre atento a las señales que nos brinda el ámbito, donde haya aves ictiófagas en la costa puede ser indicio de que se esté moviendo follaje y por ende puede haber peces carniceros en el lugar. Donde se aprecian saltos de pequeños peces (generalmente contra orillas o barrancas), allí hay que intentar ,y si es copiando color y tamaño con lo que está siendo atacado, mucho mejor. 

Los bancos de arena son un lugar fantástico para encontrar buenos dorados patrullando y buscando alimento. Aquí hay que tomar la precaución de caminar arrastrando los pies por el lecho para evitar pisar una raya asentada en el fondo y sufrir un doloroso chuzazo. También hay que ir atentos a los cambios de profundidad de los veriles. A veces son difíciles de ver los dorados en los bancos, pero se los puede descubrir por las corridas de los sábalos y las arremetidas. No siempre pasa, son fenómenos que ocurren y hay que estar atentos. Momentos, lugares, circunstancias para no dejar escapar. Una pesca exquisita que hay que aprovechar. Trenes que pasan. Dorados que al no tener hondura que buscar, empujan como trenes.
Tal vez no vayamos con la idea y el propósito de hacer una pesca de vadeo al Norte, pero durante una excursión convencional es posible tomarse unos momentos para intentarlo. Siempre con la asistencia, el consejo y la indicación del guía, que es quien conoce mejor el ámbito y nos puede allanar el camino. Pero vale la pena experimentar el placer de pescar uno de los ejemplares deportivos más emblemáticos de nuestras aguas cara a cara, en un plano diferente, tal vez de mayor igualdad. Lo que nos dará una faceta nueva de una emoción, que no por repetida deja de ser fascinante.

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