La temporada 2025/2026 arrancó con todo para los fanáticos de los tiburones en el litoral bonaerense y el Faro Querandí volvió a ser escenario de esas jornadas que quedan grabadas en la memoria del pescador. Arena, viento, fuego, y el mar como siempre: generoso y desafiante. Uno de los referentes de esta pesca es Darío Vega, quien suele hacer varias incursiones en el año con amigos o familia en búsqueda de los grandes. En este inicio de temporada, el Atlántico los recibió con la carta más deseada: cazones y bacotas de muy buen porte, dos especies que resumen lo que es la pesca de tiburones desde la costa, pura adrenalina y respeto. Con Román y Pelu, grandes amigos de San Clemente, tuvieron el privilegio de marcar el primer bacota de la temporada, un ejemplar fuerte y sano que abrió oficialmente el calendario de captura y marcación del año. Después de ese primer logro, decidió quedarse unos días más junto a Leandro Favuzzi, otro apasionado del mar y de la pesca. El esfuerzo valió la pena: seis bacotas hembras fueron devueltas al agua, todas marcadas dentro del programa Conservar Tiburones en Argentina. A ellas se sumaron varios cazones que brindaron los primeros datos del ciclo para los biólogos del proyecto, un trabajo que combina la ciencia con la pasión deportiva de quienes entienden que el futuro del mar depende del cuidado de sus especies. La técnica y los secretos de la costa El equipo que usaron es el clásico pero efectivo: 1,50 metros de cable de acero, rematado con un anzuelo Tartuna 12/0 y un grampín con fusible, ese detalle de nylon fino que se corta al tener el pique, dejando la línea directa entre el pez y el pescador. A la línea le sumaron una boya esférica cercana al anzuelo, que mantiene la carnada suspendida, lejos del fondo y a salvo de los ataques de las especies menores. La carnada, infalible: media lisa mediana, atada firmemente con hilo de goma para que aguante el embate del oleaje, dejando la punta del anzuelo bien libre. Con todo eso, solo queda lo que hace de esta pesca una experiencia tan distinta: la espera. El sonido del mar de fondo, el viento que no afloja y el fuego encendido para cocinar algo caliente mientras la caña queda clavada en la arena, mirando el horizonte. En esas horas, uno recuerda por qué vuelve siempre: porque cada noche en Faro Querandí tiene algo de promesa, de historia y de amistad. Un proyecto que deja huella Marcar y devolver no es solo una práctica deportiva: es una forma de contribuir al conocimiento y conservación de los tiburones en nuestras costas. El programa Conservar Tiburones en Argentina lleva años recolectando información vital sobre las especies más emblemáticas del Atlántico sudoccidental —como el bacota (Carcharhinus brachyurus) y el cazón (Galeorhinus galeus)—, ambas consideradas vulnerables por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Cada marca que se coloca es un dato que viaja. Los científicos reciben la información, estudian los desplazamientos, el crecimiento, la frecuencia de recapturas, y poco a poco van construyendo el mapa de comportamiento de estos gigantes del mar. La temporada recién empieza, y todo indica que será prometedora y cargada de acción. Los días que se vienen alternarán entre capturas, devoluciones y largas charlas de pescadores junto al fuego o al haragán que sostiene la caña y espera la corrida. El Faro, imponente y solitario, será testigo de esa mezcla de aventura. ¿Te apasiona la vida al aire libre, la aventura y la naturaleza? Recibí las mejores notas de Weekend directamente en tu correo. Suscribite gratis al newsletter
Cazones y bacotas, un combo tiburonero en el Faro Querandi
Date:



