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Sunday, October 26, 2025

Chile: la Isla de Pascua es un compendio de misticismo y naturaleza

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La Isla de Pascua, o Rapa Nui, ha sido durante mucho tiempo objeto de una gran curiosidad para el viajero. Sin embargo, en palabras de Verónica Pardo Lagos, subsecretaria de Turismo de Chile, este remoto territorio del país vecino es mucho más que sus imponentes estatuas: es “la Polinesia en América latina” y el lugar que sus habitantes llaman Tepito Tenua, o el “ombligo del mundo”. Esta joya del Pacífico ofrece una oferta turística única que fusiona el relax de las islas polinesias, una profunda cultura ancestral y un halo de misterio que la vuelve irresistible.

Rapa Nui es un destino donde el misticismo se siente en cada rincón. La subsecretaria destaca que, al estar en medio del océano, el viajero experimenta “una conexión, una enrgía” que le recuerda que es “nada más que un punto en este infinito de océano”. El corazón de la experiencia son los Moai. Estos gigantes de piedra que miran hacia la isla cuidando a los clanes, ofrecen una historia social fascinante. Pardo Lagos recuerda que hay con y sin ojos, y que son el telón de fondo perfecto para sus atardeceres “impresionantes”. La isla, de belleza imponente, también cuenta con varios volcanes que permiten una perspectiva diferente de su paisaje tropical.

Sabores del Pacífico: el atún y la cocina ancestral La gastronomía de Rapa Nui es, por sí misma, un motivo de viaje, con el atún como gran protagonista. “Es realmente exquisito en todas sus variedades, desde la empanada hasta el atún sellado o el ceviche,” asegura la representante chilena. Además, los visitantes pueden disfrutar de una experiencia culinaria ancestral similar al curanto del sur de Chile: un plato cocinado en un hoyo con piedras calientes (el umu), que utiliza pescados y productos locales. Para un toque dulce, Pardo Lagos recomienda probar las piñas locales, de tamaño pequeño, que se consumen directamente desde las hojas, “como si fuera un helado”.

Para el viajero activo, la zona invita a la exploración. Si bien la isla no es tan pequeña como se podría pensar, se pueden realizar caminatas y, para ir a las playas más distantes, se recomienda ir en auto o bicicleta. También es una oportunidad para probar el canotaje polinesio, un deporte local que utiliza canoas planas con un formato muy particular. La fiesta más importante es la Tapatí, que se celebra en febrero y dura cerca de 10 días. Esta celebración cultural es una explosión de color, con concursos de coronas de flores -un elemento de bienvenida habitual en la isla-, baile y vestimenta tradicional con plumas y dibujos corporales.

En cuanto a la logística, la isla cuenta con conectividad perfecta: hay 11 vuelos semanales desde Santiago, cada uno dura aproximadamente cinco horas y media. La estadía promedio ideal es de una semana, aunque un viaje de cuatro días también resultará muy satisfactorio. Finalmente, el alojamiento está pensado para todos los presupuestos, con una oferta diversa que incluye hoteles de muy alta gama, y la opción de casas y hostales familiares a través de la Cámara de Comercio Familiar, lo que permite una interacción más cercana con la comunidad.

Cerca de Santiago, de la cordillera al mar Si bien Santiago de Chile ofrece una vibrante vida urbana, Verónica Pardo Lagos sugiere escapadas a sólo una o dos horas de la capital: la Región de O’Higgins. Ideal para quienes buscan una inmersión en las tradiciones chilenas mezclando la excelencia vinícola, el patrimonio colonial, las playas de surf y el misticismo andino. Especialmente la Ruta de los Abastos, un itinerario que conecta el campo, el mar y la historia.

Tesoros de la Costa y Mariscadores: los Salares de Cáhuil (en la Región del Maule/Ñuble), un lugar reconocido por el programa Best Tourist Village. Siguiendo hacia la costa, el viajero puede sumergirse en la vida de los mariscadores, participando en actividades como la recolección de algas y clases de cocina local. Pichilemu: costa famosa por sus olas donde se hizo el campeonato de surf en los Juegos Panamericanos, también conocida por sus exquisitos mariscos. Imperdibles: las empanadas gigantes de queso y camarón. El Chile colonial en Los Lol: una ruta que lleva al Interior, a un pueblo maravilloso que parece detenido en el tiempo. Sus casas de fachada continua y colores vivos albergan un museo de historia y una iglesia colonial donde aún se celebran “misas a la chilena”, ofreciendo un vistazo auténtico al pasado del país.

Viñas de clase mundial y quesos artesanales: la zona de O’Higgins es un destino enológico. La oferta va desde viñas internacionalizadas y de alta gama, como la VIK o viñas familiares y más pequeñas permiten disfrutar de una gastronomía casera. Complementando el vino, la ruta del queso de cabra en Colchagua es una parada obligatoria para los amantes de los productos artesanales, destacando como uno de los mejores quesos de Chile.

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