En medio de tensiones geopolíticas crecientes, especialmente con Estados Unidos, y una economía cada vez más dependiente del dólar, Venezuela enfrenta en lo que va de 2025 una aceleración inflacionaria que amenaza con repetir los escenarios de crisis de años anteriores. Economistas como José Guerra, exdirector del BCV y referente opositor en temas económicos, advierten que esta devaluación se traslada directamente a los precios de bienes y servicios, alimentando un círculo vicioso.Guerra estima que el dólar oficial podría cerrar el año mínimo en 300 bolívares, lo que implicaría una aceleración aún mayor de la inflación si no se corrige el rumbo.«La economía venezolana en 2025 está así: se estima un crecimiento económico entre el 3% y 3,5% y una tasa de inflación con un piso de 420% y un techo de 500%. aumento del $ entre 0,60% y 0,90% diario, claramente la inflación se va a acercar al 1.000%. Impulsada por el financiamiento inflacionario del BCV al déficit fiscal. Por su parte, la pobreza general cerrará en 76,2% y la crítica en 48,7%, una catástrofe. Sin una resolución a la crisis política no habrá recuperación sostenible de la economía», explicó el especialista.En el mercado paralelo, la brecha de la divisa estadounidense con el oficial se ha ampliado, reflejando la desconfianza en la moneda nacional. Esta política de devaluación gradual, justificada por el gobierno como ajuste necesario ante la caída de ingresos petroleros y sanciones, ha resultado en tasas mensuales de inflación superiores al 25% durante varios meses consecutivos, superando umbrales que evocan la hiperinflación de 2018. «El porcentaje de la devaluación se transfiere a los precios», afirma Guerra, quien advierte sobre una «nueva espiral inflacionaria» que podría derivar en hiperinflación, no tanto por la definición clásica de Phillip Cagan (50% mensual), sino por el repudio generalizado al bolívar.«Nadie quiere el bolívar como medio para preservar el valor. La economía está dolarizada justamente por la inflación», sostiene.El Banco Central de Venezuela no publica cifras oficiales de inflación desde octubre de 2024 (cuando reportó un 4% mensual), lo que complica el seguimiento preciso y genera dependencia de estimaciones privadas como las de Oxford Economics (483%) o el FMI (548% para fin de año, escalando a 629% en 2026).



