Costa Rica, una nación centroamericana a menudo celebrada por sus políticas ambientales y su democracia estable, ha logrado una reducción significativa de la pobreza, lo que ofrece información valiosa para la región.
Según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC), la tasa de pobreza cayó al 15,2 por ciento en 2025, la más baja desde que comenzó el seguimiento en 1986, frente al 18 por ciento en 2024 y un máximo del 23 por ciento durante la crisis de COVID-19.
Esto equivale a 286.365 hogares afectados, una disminución de 40.716 con respecto al año anterior, beneficiando potencialmente a unas 414.000 personas a través de un mejor acceso a los productos básicos.
La pobreza extrema, donde los hogares no pueden cubrir las necesidades nutricionales básicas, disminuyó del 4,8 por ciento al 3,8 por ciento, lo que afectó a 71.336 hogares, una reducción de 15.412.
Las áreas urbanas registraron el mayor progreso, con tasas que cayeron del 16,4 por ciento al 13,6 por ciento, respaldadas por el empleo en sectores como la tecnología y el turismo sostenible.
El firme avance de Costa Rica: un modelo para reducir la pobreza en América Latina. (Foto reproducción de Internet) Las regiones rurales experimentaron una mejora menor, del 22,1 por ciento al 19,3 por ciento, y el área central alrededor de San José mantuvo los niveles más bajos con un 10,8 por ciento en general y un 2,2 por ciento extremo.
Persisten tasas más altas en áreas como Huetar Caribe (24,9 por ciento), lo que subraya los desafíos en las comunidades indígenas y remotas.
Costa Rica aumenta los ingresos y reduce la pobreza con reformas específicas Este progreso se debe a cambios deliberados de políticas tras las consecuencias económicas de la pandemia, que provocaron que el desempleo alcanzara el 25 por ciento y perturbaron el turismo, una fuente clave de ingresos.
Bajo el presidente Rodrigo Chaves, que asumió el cargo en 2022, el gobierno implementó reformas fiscales para lograr una inflación negativa del -1 por ciento y amplió programas como el apoyo a la agricultura familiar y los microcréditos.
Como resultado, el ingreso promedio de los hogares aumentó un 8,1 por ciento en términos reales a 1.209.825 colones (alrededor de 2.290 dólares mensuales), mientras que el ingreso per cápita aumentó un 10,4 por ciento a 485.792 colones (968 dólares).
Un crecimiento notable provino de los alquileres de propiedades (un 25,9 por ciento más) y del trabajo por cuenta propia (un 16,2 por ciento más), diversificando las fuentes de ingresos.
La pobreza multidimensional, que abarca las privaciones en educación, vivienda y empleo, sigue siendo del 9,9 por ciento, y el 33 por ciento de los niños aún enfrenta riesgos.
Para los observadores internacionales, el enfoque de Costa Rica de integrar la disciplina económica con las inversiones sociales demuestra cómo las estrategias específicas pueden reducir los promedios regionales por encima del 25 por ciento en países como Brasil. Destaca el potencial de crecimiento equitativo, incluso en medio de incertidumbres globales.




