Tras una historia de tres décadas, el hoy Kempinski Cancún subraya su propuesta de ultra lujo, distinguiéndose por su régimen europeo, una gastronomía galardonada y un servicio de hospitalidad hiperpersonalizado. Ocupan una ubicación privilegiada en la costa caribeña mexicana, ostenta una trayectoria en la hospitalidad de lujo. Desde que la marca Kempinski asumió la gestión hace cuatro años, el resort se ha enfocado en consolidar un perfil que sus directivos definen como un “equilibrio perfecto entre la sofisticación europea y la calidez mexicana”. El enfoque del hotel, según René Orlando Rivera Rodríguez, Marketing Manager del alojamiento, es el ultra lujo con un estilo que se aparta de las tendencias minimalistas de diseño. Sus pasillos exhiben una colección de arte cuyo valor es notable, y los interiores se caracterizan por el uso extensivo de mármol y una atmósfera “clásica y sobria”. Una de sus características más singulares, en un destino dominado por el all-inclusive, es su adhesión al plan EPE (European Plan). Esta decisión estratégica lo posiciona como uno de los pocos establecimientos en Cancún que ofrece sólo alojamiento y servicios básicos, dando a los huéspedes la libertad de elegir dónde y cómo cenar, ya sea en su oferta interna o explorando el vibrante bulevar gastronómico de la zona hotelera. El hotel dispone de 363 habitaciones y suites. La ventaja arquitectónica es clara: todas las unidades ofrecen vistas directas al mar. Las categorías varían, incluyendo las Junior Suites Ocean Front y Ocean Side, hasta las de uno y dos dormitorios, con la particularidad de tener una que, según la historia del hotel, fue diseñada con una piscina privada para celebridades. La gastronomía es un pilar central de su posicionamiento de ultra lujo. De hecho es reconocido por albergar dos de los pocos restaurantes en México que han recibido el prestigioso reconocimiento de Cinco Diamantes AAA: The Club Grill y Fantino,.éste último se distingue por su cocina mediterránea, descrita como “casi de autor”, enfocada en la sofisticación y el detalle. Mientras que el primero ofrece un servicio impecable y una carta especializada en cortes de carnes americanas de alta calidad. La oferta se complementa con El Café Mexicano para el desayuno, y el Caribe Bar y Grill, una opción más informal y playera enfocada en mariscos frescos, ceviches y langosta. Hospitalidad anticipatoria: la Dama de Rojo Más allá de las comodidades físicas, el hotel invierte en la calidad de la experiencia. Su estrategia de servicio se basa en la anticipación. Los huéspedes reciben un cuestionario de “pre-llegada” que permite al equipo conocer y ajustar la experiencia a sus necesidades de antemano. En este marco opera la figura icónica de la Dama de Rojo, un miembro del personal -hombre o mujer- cuyo rol es servir como nexo directo entre el huésped y sus requerimientos, asegurando que las expectativas se cumplan “hasta el último detalle”. Aquí las tarifas reflejan su estatus de ultra lujo, oscilando entre los U$S 390 más impuestos la noche, hasta los 7.000 por las suites de mayor categoría.
En Cancún un hotel de lujo deja de lado el all inclusive para que los huéspedes visiten la zona
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