A los 16 años, mientras muchos jóvenes piensan en redes sociales, videojuegos o viajes con amigos, Thiago Zalazar ya tiene clara su brújula: ríos, lagos y la pasión de guiar a otros por las aguas de Esquel, Chubut. Su historia no es la de un pescador cualquiera; es la de un soñador que convirtió un pasatiempo familiar en un proyecto de vida. Thiago comenzó a pescar con mosca hace cuatro años, acompañado de su padre y su abuelo. Lo que empezó como curiosidad pronto se transformó en fascinación: el atado de moscas. Cada hilo, pluma o pelo que coloca sobre el anzuelo es un intento de reproducir la naturaleza. “Me llamó la atención porque necesitaba muchas moscas y quería entender cómo se hacían”, recuerda. La técnica del atado le abrió un mundo que combina precisión, creatividad y conocimiento profundo del ecosistema acuático. Su aprendizaje fue un viaje colectivo. Observó a amigos pescadores, algunos de su edad, otros mucho mayores, que le enseñaron secretos que los libros no explican. También recurrió a videos, tutoriales y la práctica constante. Cada mosca requiere herramientas específicas: una morsa, pinzas, tijeras y un punzón, mientras que los materiales pueden ir desde goma EVA hasta plumas de pato, faisán o gallo, pelos de ciervo, colas de ternera y hasta máscaras de liebre. Muchos los consigue en fly shops locales; otros, de amigos y conocidos que los donan. Cada pieza tiene un propósito y, cuando Thiago las combina, logra patrones que imitan con fidelidad insectos y pequeños organismos que forman parte de la dieta natural de las truchas. El tiempo dedicado a cada mosca varía entre cinco y diez minutos, según la complejidad del patrón. Algunas requieren precisión extrema; otras, aunque más simples, no dejan de ser esenciales. Cuando tiene poco tiempo, opta por modelos básicos; en momentos de calma, se entrega a los patrones más sofisticados, hasta lograr 20 moscas en una sesión intensa. No solo las utiliza, sino que las vende a pescadores locales y guías de la región, y sueña con expandirse incluso a Chile. Sus clientes valoran su conocimiento: las moscas que él ata no son genéricas; responden a patrones específicos, a insectos determinados, a la entomología del río en cada temporada. Porque ser guía de pesca, sabe Thiago, no es solo enseñar a lanzar una línea o mostrar un buen lugar para pescar. Es entender la vida que fluye bajo la superficie: las eclosiones de insectos, la actividad de las truchas marrón y arcoíris, los lugares donde se esconden larvas bajo las piedras, el comportamiento de la cadena alimenticia de un río. Es conocer cada corriente, cada remanso, cada lago. Por eso estudia, lee y se prepara, combinando la práctica con cursos especializados, donde evalúan su técnica de casteo, su puntería y el dominio de distintos tipos de mosca. Su pasión no termina en los libros ni en las moscas. Thiago organiza salidas de pesca por los ríos y lagos de Esquel, como el río Rivadavia, que alberga truchas y percas, y sueña con explorar zonas más desafiantes como el río Grande, donde la corriente impone respeto. Posee tres equipos completos de fly fishing (en realidad vendió dos para equiparse), un bote con motor de 60 HP regalo de su abuelo, y la certeza de que cada expedición es una oportunidad para aprender y enseñar. Thiago no solo pesca; crea, estudia y comparte. Para él, cada mosca es un pequeño milagro de precisión y observación; cada río, una escuela infinita. A los 16 años, mientras otros jóvenes planean su tiempo libre, él construye un camino hacia su sueño: ser guía de pesca, unir conocimiento, técnica y naturaleza, y transmitir su pasión a quienes quieran acompañarlo en el agua. En la historia de Thiago Zalazar, la pesca es metáfora y destino: aprender de la naturaleza, respetarla y dejar que su pasión guíe cada lanzamiento, cada mosca, cada río recorrido. Porque en sus manos, un hilo, una pluma y un anzuelo no solo atrapan peces: atrapan sueños. Quienes deseen seguirlo, imitarlo, darle algún consejo profesional… su cuenta de Instagram es: @thiagozalazar575 ¿Te apasiona la vida al aire libre, la aventura y la naturaleza? Recibí las mejores notas de Weekend directamente en tu correo. Suscribite gratis al newsletter
Flycast: Thiago Zalazar, 16 años, y el arte de soñar con moscas y ríos
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