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Monday, December 1, 2025

La fractura tectónica de la economía argentina

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En los primeros 10 meses de este año, el sector minero argentino marcó un récord de exportaciones para el período, 4.800 millones de dólares. En octubre, el país extrajo más petróleo que nunca: 859.000 barriles de petróleo por día. El sector del petróleo y el gas generó un superávit comercial de 6 mil millones de dólares en los primeros 10 meses del año, más que el total en 2024. Este es el comienzo del cambio de juego para la economía argentina, anticipado durante años y que se está produciendo lentamente. El presidente Javier Milei ha contribuido a este resultado, pero no es únicamente resultado de sus acciones. Sin embargo, es el Presidente que –si hace las cosas bien– se beneficiará de un país que tendrá una afluencia de dólares estadounidenses no vista desde el gran auge de las materias primas de principios de la década de 2000, una generosidad que ayudó al movimiento político enemigo de Milei, el kirchnerismo, a gobernar supremo durante más de una década. Los Kirchner utilizaron la afluencia de dinero para pagar primero al Fondo Monetario Internacional casi 10.000 millones de dólares en efectivo y luego financiar políticas de distribución de la riqueza, incluido el pago de la prestación universal por hijos de la AUH, que sigue siendo una piedra angular del sistema de bienestar social de Argentina, y una amnistía masiva de las pensiones que permitió a millones de personas disfrutar de prestaciones de jubilación sin haber contribuido mucho durante su vida laboral. Estas políticas ayudaron a los Kirchner a ganar dos reelecciones: 2007 (Cristina I) y 2011 (Cristina II). Milei es todo lo contrario. La piedra angular de su programa es la responsabilidad fiscal: la motosierra. Utilizará cualquier superávit para pagar las deudas de Argentina, pero la pregunta que atormenta a los inversores ahora es si este nuevo efectivo será suficiente para cubrir esa deuda –más el consumo del país. La respuesta es simple: no lo será. Este es al menos el consenso al que llegó un grupo de expertos de la Facultad de Economía de la Universidad de Buenos Aires al comparar el nivel de recursos naturales que tiene el país con otras naciones. Los economistas de la UBA Juan Carlos Hallak y Andrés López hicieron un cálculo sencillo de cuántos recursos naturales exporta Argentina per cápita. Fueron 1.184 dólares en 2024, menos de un tercio de Chile (3.594 dólares) y menos del 10 por ciento de Australia (13.000 dólares), y mucho menos si se compara con los reyes de las materias primas, los Emiratos Árabes Unidos (23.886 dólares) o Qatar (40.873 dólares). Ésta es la imagen de hoy, pero la película de mañana no difiere mucho estructuralmente. Si, como predicen las estimaciones optimistas, las exportaciones del país en energía y minería se duplican o triplican en la próxima media década, para 2030 Argentina exportaría poco más de 2.000 dólares en recursos naturales per cápita. Una Argentina totalmente mercantilizada no es viable para 45 millones de personas y contando que esperan vivir una vida decente y un gobierno dispuesto a pagar todas sus deudas. A Milei, sin embargo, no parece importarle mucho ese consenso y, en cambio, les está diciendo a los argentinos que el futuro prometido vendrá de estos sectores estrella. Por eso una de las prioridades del gobierno este verano será modificar una ley que protege los glaciares de la Cordillera de los Andes para que las empresas mineras tengan reglas más flexibles para explorar y explotar recursos. El sector minero dice que la ley, aprobada en 2010 durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, es demasiado restrictiva y poco clara sobre qué áreas están protegidas. El expresidente Mauricio Macri intentó cambiarlo y no logró hacerlo. Milei, que cuenta con un gran impulso político, tiene mejores posibilidades, especialmente porque los gobernadores de las provincias mineras del oeste de Argentina están ansiosos por brindarle su apoyo. La nueva versión dejará en sus manos establecer qué áreas deben o no protegerse. Si bien esas regiones esperan prosperar, las afueras de Buenos Aires están sufriendo. La economía argentina se está partiendo como si se estuviera produciendo una fractura tectónica. Esta semana, sin previo aviso, una moderna planta de electrodomésticos de la firma estadounidense Whirlpool cerró en la ciudad de Pilar, dejando a más de 200 personas sin empleo. Se inauguró con gran fanfarria justo después de la pandemia en 2022. Pero ahora las importaciones desde China están en pleno apogeo: en 2023, el país importó 51.000 lavadoras; en lo que va de 2025, 916.000 unidades, según cifras de la asociación de fabricantes UIA. Lo mismo se aplica a otros bienes de consumo. En los próximos meses (¿y años?), cada argentino tendrá que observar de qué lado de la división se encuentra.

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