En la histórica ciudad de Gyeongju, Corea del Sur, el 29 de octubre de 2025, el presidente estadounidense Donald Trump culminó su gira por Asia con una visita simbólica y sustantiva, reuniéndose con el presidente Lee Jae-myung al margen de la cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC).
En medio de una salva de 21 disparos y fanfarria, Trump se convirtió en el primer líder estadounidense en funciones en recibir el principal honor de Corea del Sur, la medalla de oro y rubí de la Gran Orden de Mugunghwaa, que evoca la flor de hibisco de la nación.
El premio, junto con una réplica de la antigua corona de Silla, subrayó temas de liderazgo duradero y paz. Las conversaciones se centraron en el comercio, la seguridad y la distensión en la Península de Corea.
Sellaron un pacto de inversión de 350 mil millones de dólares de Corea del Sur a Estados Unidos, dividido entre 200 mil millones de dólares en fondos directos y 150 mil millones de dólares para la construcción naval conjunta, al tiempo que recortaban los aranceles estadounidenses sobre productos coreanos del 25% al 15%.
Esto se basa en su comercio bilateral anual de 168 mil millones de dólares, aprovechando el dominio mundial del 40% en la construcción naval de Corea del Sur para fortalecer las industrias estadounidenses y frenar la dependencia de rivales como China.
La táctica diplomática de Trump: reactivar los vínculos entre Estados Unidos y Corea del Sur en medio de las tensiones coreanas. (Foto reproducción de Internet) La seguridad cobraba gran importancia: con 28.500 tropas estadounidenses estacionadas en Corea del Sur desde el armisticio de la Guerra de Corea de 1953, Lee se comprometió a aumentar el gasto militar, incluidos los submarinos de propulsión nuclear, para compartir las cargas de defensa.
Trump revive conversaciones con Corea en medio de tensiones por misiles El diálogo adquirió urgencia después de las pruebas de misiles realizadas por Corea del Norte el 28 de octubre en el Indo-Pacífico. Trump, elogiando su paso histórico de 2019 hacia Corea del Norte para reunirse con Kim Jong-un, reafirmó el potencial del diálogo, aunque las limitaciones de tiempo impidieron una cumbre en este viaje. Lee elogió a Trump como un “pacificador”, esperanzado en la estabilidad de la península.
Detrás de este espectáculo se esconde una narrativa más profunda de resiliencia y fragilidad. El “Milagro en el río Han” de Corea del Sur transformó una nación devastada por la guerra en una economía y un gigante tecnológico de 1,7 billones de dólares, que exporta automóviles y semiconductores y al mismo tiempo encarna el triunfo de la democracia sobre el autoritarismo.
Sin embargo, la sombra de un Northborn con armas nucleares tras la división de 1945 y la guerra de 1950-53 que mató a millones de personas persiste, y las recientes provocaciones aumentan los temores.
El regreso de Trump se hace eco de la “presión máxima” que ejerció durante su primer mandato sobre Pyongyang, ahora suavizada por los acuerdos, en medio de la rivalidad entre Estados Unidos y China.
Para los de afuera, esta alianza no es abstracta: salvaguarda las cadenas de suministro globales, disuade la agresión y modela cómo la prosperidad compartida puede salvar las divisiones, recordándonos que la paz en Asia se extiende a todo el mundo.




