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Sunday, October 26, 2025

Liquidación de Nucleoeléctrica: Descontento en el sector nuclear por el giro ‘geopolítico’ de Milei

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El impulso del presidente Javier Milei para la privatización parcial de Nucleoeléctrica Argentina SA (Na-SA), el operador estatal de las tres centrales nucleares del país: Atucha I, Atucha II y Embalse, ha añadido un nuevo capítulo a una frenética política nacional.

La decisión llega en paralelo con la adhesión formal al programa FIRST de Estados Unidos (que promueve el uso pacífico de la tecnología nuclear por parte de los países socios) y la congelación de otros proyectos, incluidas las plantas propuestas de Atucha III y Atucha IV negociadas con financiación china.

Estas medidas pueden interpretarse no solo como un ajuste económico “característico” sino también como una respuesta al cambio geopolítico introducido por el gobierno de La Libertad Avanza desde que asumió el cargo en diciembre de 2023.

El giro –impulsado por Milei con el asesoramiento directo de Damián Reidel, su asesor estrella en materia tecnológica y nuclear– ha sido interpretado por algunos especialistas, exfuncionarios y legisladores como una “renuncia a la soberanía tecnológica”.

Críticos del oficialismo señalan que tanto la venta de Nucleoeléctrica Argentina como la paralización de CAREM, el reactor modular insignia de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), no son hechos aislados. En la lectura geopolítica, significan abandonar años de desarrollo local a la subordinación al “club de compradores” de tecnología estadounidense, dicen.

La decisión ha reavivado las tensiones diplomáticas tanto con China como con Estados Unidos. Después de años de negociaciones con Beijing, que ofreció financiación para la planta de Hualong y un enorme intercambio de divisas como respaldo, los planes han cambiado. Una década después, los libertarios de la Casa Rosada están poniendo en práctica su total alineación con Washington. Bajo la administración de Donald Trump, Estados Unidos ha relanzado su programa nuclear para uso civil, desafiando el liderazgo ruso y chino en el sector.

En ese sentido, la visita del 19 de septiembre de la encargada de negocios de la Embajada de Estados Unidos, Heidi Gómez Rapalo, al sur de Argentina y a la sede del Instituto de Tecnología Espacial y Nuclear INVAP fue un gesto de apoyo. La guinda del pastel, sin embargo, llegó tres días después, cuando Estados Unidos anunció que Argentina se había convertido en un “socio contribuyente” –el primero en América Latina– en sumarse al programa FIRST, el plan del expresidente estadounidense Joe Biden para asegurar el liderazgo estadounidense en el incipiente mercado de los pequeños reactores modulares (SMR). Trump ha mantenido la política en marcha.

“Con el programa FIRST nos sumamos a la multitud, a la cola para comprar tecnología estadounidense que habíamos estado desarrollando nosotros mismos y luego paramos. Es una barbaridad”, dijo Diego Hurtado, exsecretario de Planificación Científica y Tecnológica. Perfil en una entrevista. “Se trata de unirse a un club de futuros compradores”.

El gobierno de Milei habla de “eficiencia”, “modernización” y “apertura al capital privado”, pero en el ecosistema nuclear doméstico el diagnóstico es diferente, con quejas de erosión institucional, pérdida de autonomía estratégica, fuga de cerebros y sumisión a Washington, que quiere revitalizar su presencia en la industria nuclear regional.

Mientras tanto, dentro del sistema nuclear local se han producido múltiples renuncias y una fuga de cerebros de profesionales, resultado de un ambiente de incertidumbre sobre el futuro del sector.

CAREM -el único reactor modular en construcción en América Latina con patente argentina- quedó paralizado de plano, explicaron fuentes de la planta a Perfil. Mientras tanto, el Estado planea instalar cuatro reactores ACR-300, patentados por INVAP en Estados Unidos, pero aún en etapa de diseño. Se ha prometido inversión extranjera sin plazos claros de implementación.

El mapa nuclear de Argentina

El mapa nuclear de Argentina siempre ha sido una rareza, al menos en lo que respecta a América Latina. Articulación entre Estado, ciencia, industria y geopolítica, logró avances históricos, incluidos hitos como ser el primer país del hemisferio sur en operar un reactor de investigación (1958), exportar reactores a países como Argelia o Australia a través del instituto INVAP y planificar la construcción de CAREM, el primer SMR diseñado a nivel nacional.

El ecosistema nuclear se sustentaba en cuatro pilares: la CNEA (Comisión Nacional de Energía Atómica), la Nucleoeléctrica Argentina, el instituto de tecnología espacial y nuclear INVAP y el proyecto CAREM. Hoy, tres de ellos están en suspenso o carecen de financiación. La cuarta, Nucleoeléctrica, va camino de una privatización parcial.

CAREM, en particular, es un símbolo nacional: una central de tecnología 100 por ciento argentina, evaluada en 2023 entre las cinco más avanzadas del mundo por la Agencia Internacional de Energía Atómica (OIEA), el organismo de control nuclear de las Naciones Unidas. Su construcción de ingeniería civil en Lima, provincia de Buenos Aires, estaba terminada en un 85 por ciento, con más de 400 millones de dólares ya invertidos. Su proyección creció en paralelo al avance de la Inteligencia Artificial y el crecimiento de las criptomonedas, lo que para algunos ha creado un mercado “infinito” de electricidad segura y limpia.

Hoy el proyecto está paralizado. Según algunos, el personal tiene prohibido siquiera mencionarlo.

El gobierno del expresidente Alberto Fernández (2015-2019) “empezó a expulsar personal del sistema científico y tecnológico y con Milei hubo un salto cualitativo enorme. El estancamiento que se ve hoy no tiene precedentes. El proyecto está completamente paralizado”, dijo una fuente que habló bajo condición de anonimato.

El meollo del conflicto no es sólo económico o comercial, sino estratégico. CAREM, desarrollado por la CNEA desde 2010, es uno de los proyectos SMR más avanzados del mundo.

“Estábamos entre los cinco primeros reactores del mundo, según la OIEA”, dijo Adriana Serquis, presidenta de la CNEA hasta diciembre de 2023. Perfil en una entrevista. “No es inviable”, dijo, en alusión a la frase de Reidel. “El 85 por ciento de sus obras de ingeniería civil habían sido terminadas y su fecha estimada de finalización era 2028, antes que el resto de competidores internacionales”, agregó.

“En Nucleoeléctrica estaba incluso prohibido usar la palabra CAREM”, agregó, en referencia a las órdenes de silencio contra funcionarios que quieran tener buenos términos con la Casa Rosada.

De Bariloche visita a PRIMERA

La adhesión oficial de Argentina al programa FIRST en septiembre fue anunciada con entusiasmo desde la Embajada de Estados Unidos en Buenos Aires y estuvo acompañada de visitas estratégicas, incluida la visita de Gómez Rápalo a Bariloche.

Gómez Rápalo, quien se desempeña como encargado de negocios hasta la llegada formal del embajador entrante de Estados Unidos, Peter Lamelas, recorrió el Instituto Balseiro, INVAP y se reunió con el gobernador de la provincia de Río Negro, Alberto Weretilneck, mientras estaba en el sur.

Según un comunicado oficial, Argentina se ha sumado a “un distinguido grupo de socios contribuyentes como Japón, Corea del Sur y Canadá” que quieren acelerar el despliegue global de SMR bajo estándares de seguridad y no proliferación.

Sin embargo, fuentes consultadas por Perfil Advierten que la adhesión a FIRST conducirá a la congelación de proyectos nacionales y a la prioridad otorgada al desarrollo de Estados Unidos.

El “Plan Nuclear Argentino” de Milei –presentado por el presidente y Reidel el 20 de diciembre de 2024, con el apoyo de Rafael Grossi, jefe de la OIEA– es, para algunos ex funcionarios, una manipulación.

“Prefiero llamarlo Plan Reidel en lugar de ‘Argentino’. Está basado en un reactor que aún es patente: el ACR-300 de INVAP”, agregó Hurtado, destacando el tiempo que tardarán en entrar en funcionamiento (unos cinco años).

La idea es que estos cuatro reactores, explicó el experto, sustituyan a la cuarta planta, realizada con capital o inversión china, que actualmente se encuentra congelada por orden de la Casa Rosada. Para él, lo grave es que, además del desmantelamiento, CAREM “ya no se menciona en las reuniones técnicas” y que su nombre se ha vuelto tabú.

Tras bastidores, voces cercanas a Reidel afirmaron que CAREM fue paralizado por su “falta de viabilidad comercial”. Se reconoce que el objetivo es “vender conocimientos nucleares”, más que construir reactores.

Sin embargo, dentro del proyecto, una fuente describe una realidad diferente. “Es algo costoso, mal administrado por todos los gobiernos”, dijo, destacando que la debacle comenzó con el gobierno de Fernández.

China: de deseada a descartada

China, el otro gran actor de este drama, guarda silencio, pero no es un asunto menor. Pero Beijing ha pasado de ser un socio deseado a ser un socio descartado.

En 2014, durante el segundo mandato de Cristina Fernández de Kirchner, Argentina firmó un acuerdo para construir dos plantas (Atucha III y Atucha IV respectivamente): una con tecnología de patente nacional (CANDU-like, uranio natural, agua pesada) y otra con tecnología china (Hualong, uranio enriquecido). En aquel entonces, el acuerdo fue visto como una jugada audaz para obtener infraestructura y fondos, preservando al mismo tiempo la capacidad de diseño y la industria locales.

Ese equilibrio se perdió con la llegada al poder del expresidente Mauricio Macri y Cambiemos en 2015. Se desvaneció definitivamente con la administración de Milei; según Federico Basualdo, ex subsecretario de energía eléctrica del gobierno de Fernández de Kirchner, el cambio de sentido no es técnico, sino ideológico.

“La asociación con China no fue política, tuvo que ver con el comercio”, dijo a Somos Radio AM 530 en una entrevista, advirtiendo sobre la debilidad de la posición de Argentina, ante la escasez de fondos para el sector nuclear (y la necesidad de encontrarlos en el exterior).

Hurtado está de acuerdo. Describió la maniobra realizada para culminar el proyecto en aquel entonces: China aportaría fondos a cambio de la venta de la planta de Hualong, la primera de esas características que se instalaría en la “prestigiosa” central nuclear latinoamericana.

“Argentina no pudo aportar el 15 por ciento acordado, mientras que China se quedó esperando. [Former strategic secretary] Gustavo Béliz no lo pidió. Fue detenido”, dijo el experto.

“Después de la salida de Béliz, tampoco se desbloqueó. Creo que el gobierno de Fernández fue sensible a las presiones de Estados Unidos. Tenía una política exterior débil; invirtió pero no hubo una política nuclear convergente”.

Privatización: eje del ‘Plan Reidel’

La oposición al Decreto Presidencial Milei 695/2025, que autoriza la venta y privatización del 49 por ciento de la propiedad de Nucleoeléctrica Argentina SA, el 44 por ciento mediante licitación internacional y el cinco por ciento para los empleados, atraviesa la división política. La decisión ha provocado alarma incluso en sectores tradicionalmente favorables a las empresas privadas.

Julián Gadano, exfuncionario de la zona durante la presidencia de Mauricio Macri, argumentó en un hilo de la red social X que “el momento y el método elegido son inadecuados”.

Aunque Gadano considera relativo el concepto de “soberanía” para una empresa que “no diseña ni exporta ninguna tecnología”, cree que la operación, tal como está actualmente, puede terminar a un “precio ridículo”, dada la falta de incentivos reales para los inversores sin control accionarial.

Sin embargo, el punto de encuentro vuelve a ser la paradoja que es el CAREM, un punto donde convergen miradas de sectores del kirchnerismo y del macrismo.

“La idea es generar las condiciones para atraer capitales y vender know-how, diseño. Por eso es necesario concluir la construcción”, dijo una fuente cercana a Macri, agregando que durante la gestión del expresidente hubo una inversión de US$ 400 millones por parte del Estado.

Reidel, al asumir el cargo, dejó claro que no habría ninguna inversión estatal adicional sobre la base de la austeridad “motosierra” de Milei. “La financiación [of the plants] Vendrá de un fondo de capital extranjero”, afirmó.

Sin embargo, casi un año después del anuncio del “Plan Reidel”, que incluía detener CAREM y congelar la cuarta planta nuclear, no hay señales de estos inversores prometidos por la figura que cegó a Milei con sus conexiones en Silicon Valley.

Mientras tanto, restablecer y relanzar la agenda nuclear de Argentina bajo el mandato de los Estados Unidos El paraguas de los Estados no es sólo una reestructuración geopolítica, sino una profunda redefinición del papel del Estado en sectores estratégicos. En nombre del déficit fiscal, algunos informan que se está deteniendo la tecnología nacional aún en desarrollo, mientras que el gobierno –como “socio contribuyente” del programa nuclear estadounidense– asignará recursos destinados a posicionar a Estados Unidos como proveedor global.

Con un sector privado aún reacio a invertir sin garantías de rentabilidad o infraestructura específica, el plan nuclear de Argentina, por el momento, suena más a una promesa de marketing que a una política de Estado.

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