En una importante escalada de las tensiones regionales, la Asamblea Nacional de Venezuela ha declarado unánimemente a Kamla Persad-Bissessar, Primera Ministra de Trinidad y Tobago, una persona non grata.
La medida, una severa censura diplomática, se produce tras la llegada de un destructor de la Armada de los Estados Unidos a aguas trinitarias para realizar ejercicios militares.
Jorge Rodríguez, presidente del parlamento venezolano, acusó a Persad-Bissessar de violar principios diplomáticos y respaldar acciones que “agreden y amenazan” la paz y la soberanía de Venezuela.
La declaración se alinea con las acusaciones anteriores del presidente Nicolás Maduro de que Trinidad está permitiendo que su territorio se convierta en una “colonia militar” para Estados Unidos.
La reprimenda diplomática fue seguida rápidamente por acciones económicas concretas. El presidente Maduro ordenó la suspensión inmediata de los acuerdos energéticos bilaterales relacionados con campos compartidos de gas natural.
En reprimenda unánime, el Parlamento venezolano declara Persona Non Grata al Primer Ministro de Trinidad. (Foto reproducción de Internet) Esta decisión pone en peligro directamente una fuente crítica de posibles ingresos futuros y desarrollo energético para ambas naciones. La crisis pone de relieve la frágil geopolítica del Caribe, donde las naciones más pequeñas a menudo navegan por alianzas complejas.
Si bien la cooperación militar de Trinidad con Estados Unidos es una rutina para muchos aliados, Venezuela la percibe como una provocación directa dentro de su esfera de influencia.
El incidente pone de relieve cómo las tensiones de larga data entre Caracas y Washington continúan desestabilizando la cooperación regional, convirtiendo a los socios diplomáticos en adversarios y deteniendo proyectos mutuamente beneficiosos.
Las consecuencias sirven como un crudo recordatorio de que las rivalidades entre las grandes potencias inevitablemente impactan la estabilidad económica y política de sus vecinos más pequeños.




