Reabrió el Muelle de La Lucila: historia viva, renovada y con pesca otra vez

Tras más de tres meses de intensos trabajos de reparación y refuerzo estructural, el pasado sábado 22 volvió a abrir sus puertas el emblemático Muelle de Pescadores de La Lucila del Mar, una verdadera institución para la comunidad costera y para miles de aficionados que encuentran allí mucho más que un punto de pesca: un espacio donde conviven tradición, paisaje y camaradería. La estructura había sido cerrada a comienzos de agosto para llevar adelante obras indispensables que garantizaran la seguridad de quienes lo transitan a diario. Según informó la comisión administradora, las tareas incluyeron la reparación integral del pasillo que une el morro del mástil con el morro principal, así como el apuntalamiento y refuerzo de ese sector clave, castigado por décadas de salitre, oleaje y viento. Aunque aún restan trabajos menores, estos no impedirán la actividad normal, por lo que se decidió avanzar con la reapertura. La ceremonia oficial tuvo lugar este sábado 22 de noviembre a las 10 de la mañana, ante la presencia de autoridades y vecinos. Y apenas dos horas más tarde, a las 12, el muelle volvió a llenarse de vida: líneas tensas, mediomundos en movimiento y esa mezcla de charla y silencio que caracteriza a los pescadores. Un regreso esperado Durante los más de 90 días sin actividad, fueron muchos los que siguieron de cerca la evolución de las obras, aguardando el momento de volver a ocupar “sus lugares” sobre la estructura. La reapertura despertó entusiasmo y alivio entre los habitués, que reconocen en este muelle un punto de encuentro y, para muchos, un refugio emocional. La sensación compartida fue clara: La Lucila recuperó uno de sus símbolos más queridos, un muelle con historia. Su construcción data de 1954, cuando la localidad comenzaba a consolidarse como destino turístico. Realizado íntegramente en madera, se extiende 100 metros mar adentro, con 4 metros de ancho y una altura variable que oscila entre los 4 y 6 metros, dependiendo del sector y las mareas. En su extremo se ubica el tradicional morro de 10 por 20 metros, especialmente diseñado para la pesca deportiva, donde generaciones de pescadores han clavado corvinas, brotolas, anchoas de banco, pescadillas y, en jornadas memorables, algún chucho o tiburón costero que obliga a pedir espacio. Con el paso de los años, el muelle se volvió conocido por varios rasgos únicos: su peculiar perfil en desnivel, con cambios de altura que le otorgan una silueta característica, el ambiente familiar, presente desde sus orígenes, la confitería integrada a la estructura, un clásico donde más de un pescador ha esperado el pique con un café caliente en mano y sus servicios pesqueros, que incluyen venta de carnada y plomada, alquiler de mediomundos y provisión de equipos. Además, funciona las 24 horas, un detalle muy valorado por quienes disfrutan de la pesca nocturna, especialmente en temporada de corvinas. A lo largo de siete décadas, el muelle fue testigo de historias incontables: campeonatos locales, amaneceres inolvidables, primeras capturas infantiles y las anécdotas que se heredan entre amigos y familias. Con las mejoras estructurales ya realizadas, la intención de la comisión es avanzar en etapas futuras de mantenimiento sin volver a interrumpir la actividad. El objetivo es garantizar que el muelle pueda seguir siendo ese punto de referencia turístico y pesquero que ha marcado la identidad de La Lucila desde mediados del siglo pasado. Mientras tanto, la comunidad ya volvió a apropiarse de su muelle. Las líneas están en el agua otra vez, los mediomundos bajan y suben, y el murmullo del mar se mezcla con conversaciones que parecían esperar este momento. Porque, al final, la pesca no es solo captura: es lugar, es historia, es pertenencia. Y en La Lucila, todo eso se llama Muelle. ¿Te apasiona la vida al aire libre, la aventura y la naturaleza? Recibí las mejores notas de Weekend directamente en tu correo.  Suscribite gratis al newsletter