Estados Unidos ha colocado al presidente de Colombia, Gustavo Petro, en su lista de Nacionales Especialmente Designados, junto con la primera dama Verónica Alcocer, su hijo Nicolás Petro y el ministro del Interior, Armando Benedetti.
En Colombia esto se conoce como la “Lista Clinton”. En la práctica, congela cualquier activo que entre en contacto con la jurisdicción estadounidense y prohíbe a las personas estadounidenses (y a muchos bancos extranjeros que liquidan dólares) hacer negocios con ellos.
Para los funcionarios públicos, esto puede parecer una “muerte civil”: los contratos se estancan, los pagos fracasan y los socios se marchan. La historia detrás de la historia trata sobre cómo se mueve el dinero. El dólar se encuentra en el centro de las finanzas globales.
Incluso si una transacción se realiza entre dos empresas no estadounidenses, a menudo se realiza a través de un banco estadounidense en algún momento. Eso le da a Washington una enorme influencia.
Cuando la OFAC designa a alguien, los bancos reacios al riesgo en todo el mundo normalmente “eliminan el riesgo” y cierran cuentas en lugar de poner en peligro el acceso al dólar. Por eso una acción de Washington puede remodelar instantáneamente la vida en Bogotá, Medellín o Barranquilla.
Sancionar a un aliado activo: lo que realmente significa la acción de Estados Unidos contra el presidente de Colombia. (Foto reproducción de Internet) Las sanciones entre Estados Unidos y Colombia indican riesgo geopolítico También se trata de una asociación tensa. Durante décadas, la relación entre Estados Unidos y Colombia se ha basado en la cooperación y el comercio antinarcóticos. Sancionar a un presidente colombiano en ejercicio es excepcional y señala una ruptura con lo habitual.
Washington enmarca la medida en torno a niveles récord de coca y cocaína. Bogotá rechaza esa narrativa, argumentando que las incautaciones y las acciones contra el lavado han aumentado y que las diferencias políticas se están reformulando como complicidad.
El enfrentamiento se produce en medio de un congelamiento diplomático más amplio: retórica acalorada, amenazas sobre visas y aranceles, y disputas sobre las operaciones marítimas de Estados Unidos contra los traficantes.
Lo que la gente fuera de Colombia debería saber es sencillo. Primero, el riesgo de cumplimiento es inmediato. Las empresas, ONG y universidades que tocan las finanzas estadounidenses deben examinar cada contrato y pago; Incluso el beneficio indirecto para una persona incluida en la lista puede provocar problemas.
En segundo lugar, la exclusión de la lista es posible pero lenta; el litigio puede durar años y las consecuencias comienzan ahora. En tercer lugar, lo que está en juego va más allá de una presidencia: esto pondrá a prueba las cadenas de suministro, la cooperación en materia de seguridad y la diplomacia regional en los Andes y el Caribe.
En resumen, una decisión financiera técnica se ha convertido en un shock geopolítico. La manipulación del dólar convierte una lista de Washington en un bloqueo mundial.




