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Wednesday, October 29, 2025

Washington apuesta 80.000 millones de dólares a la energía nuclear para impulsar el auge de la IA

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Estados Unidos ha establecido una asociación estratégica con Westinghouse, propiedad de Brookfield Asset Management y Cameco, valorada en al menos 80 mil millones de dólares para acelerar nuevos reactores nucleares destinados directamente a alimentar la creciente demanda de inteligencia artificial y centros de datos del país.

La medida se alinea con una directiva de mayo del presidente Donald Trump que exige que 10 grandes reactores con diseños completos estén en construcción para 2030, lo que indica el impulso más enérgico de Estados Unidos hacia la energía nuclear en años.

Aquí está la historia y la historia detrás de ella. El titular es simple: la IA tiene hambre de electricidad: energía constante, las 24 horas del día, que no parpadeará cuando el viento se calme o las nubes se acerquen.

Los grandes reactores como el AP1000 de Westinghouse producen aproximadamente un gigavatio de producción continua, exactamente el tipo de carga base que prefieren las enormes granjas de servidores.

Es por eso que Washington está combinando la política industrial con proveedores privados: el estado puede facilitar la financiación y los permisos mientras las empresas construyen y operan plantas que se conectan directamente a redes regionales en tensión y nuevos grupos de centros de datos.

Washington apuesta 80 mil millones de dólares a la energía nuclear para impulsar el auge de la IA. (Foto reproducción de Internet) El impulso nuclear de Estados Unidos podría rediseñar el mapa energético global para la IA La letra pequeña importa. No se han anunciado sitios ni fechas de entrada en servicio, y Estados Unidos todavía tiene que afrontar largos plazos para la concesión de licencias, una cadena de suministro compleja y un grupo limitado de contratistas nucleares con experiencia.

Aun así, el cálculo político ha cambiado. Con los márgenes de reserva cada vez más ajustados y las grandes empresas tecnológicas prometiendo energía nuclear para nuevos campus, el gobierno está apostando a que la generación firme y libre de carbono es ahora una cuestión de competitividad tanto como energética.

Por qué esto debería importarles a los lectores fuera de Estados Unidos: una construcción nuclear estadounidense tendría repercusiones en los mercados globales. Los servicios de extracción de uranio y combustible, los componentes pesados, el talento en ingeniería, los equipos de redes y la selección de sitios para centros de datos son todos internacionales.

Una energía más barata y estable para la IA estadounidense podría cambiar dónde se entrenan los modelos, dónde se expanden los servicios en la nube y cómo fluye el capital hacia la infraestructura energética desde Canadá hasta Kazajstán, y hacia los centros de datos emergentes en toda América Latina.

Lo que hay que observar a continuación es concreto: ubicaciones de las plantas, contratos de suministro con empresas de servicios públicos y operadores de centros de datos, hitos de la Comisión Reguladora Nuclear y la división entre el apoyo de préstamos federales y la inversión privada.

Si esas piezas encajan, esto no será sólo una historia de poder estadounidense: será un nuevo capítulo en cómo el mundo suministra energía a la computación.

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